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No hay frío polar que Cachaça no quite.

Me encuentro en una gasolinera, sentado en mi casa de tela con la luz del computador frente a mi, intento escribir un post bajo la presión de la batería descendiendo…

Siempre me sorprende el cambio que se produce al cruzar una frontera, absolutamente todo se vuelve diferente, los alimentos en los supermercados, los nombres de cosas o los tipos de vehículos que circulan por sus calles, todo te llama la atención. En este caso el mayor cambio es el de idioma, estoy entrando en Brasil y de pronto por arte de magia nadie comprende lo que digo.

Dentro del presupuesto que llevo escuetamente repartido por semanas, esto es un shock en mis números, todos los precios cambian, y por tanto he de adaptar mi dieta a los nuevos valores. Lo que peor llevo es que el dulce de leche ya no es un bien popular que se puede comprar en tarrinas de litro como lo hacia en Argentina o Uruguay, ahora lo venden en pequeñas tarrinas que cuestan más de lo que mi economía puede soportar. Otro elemento que me ha hecho entristecer es el mate, había aprendido a disfrutar de esta caliente tradición Argentino/Uruguaya y aquí en Brasil el mate se sigue bebiendo, ahora se llama Chimarrão, pero tiene un sabor completamente diferente.

Por ahora me inclino por los plátanos, a menos de 1 euro el kilo, y por la mortadela en barra, que también es de lo mas económica y rendidora. Como pequeño lujo un dulce a base de cacahuete que se llama Pe de Moleque, riquísimo!

Tras mi entrada al país por la frontera de Chuy, recorro la carretera de la costa hacia el norte. En esta primera parte son cientos los camiones que me adelantan cada hora, a cada cual más rápido y a cada cual más cerca. Pero son simpáticos, justo en el momento que te están pasando sueltan un bocinado a modo de saludo que te descoloca por completo y no sabes si sonreir y saludarle cuando ves su rostro en el retrovisor o levantarle el dedo con cara de malo. Los que vienen de frente son más agradables, te dan luces y levantan el pulgar sonriendo, igual que casi todos los coches que me cruzo.

Una parada en el camino para beber cafe caliente.

Una ola polar nos sorprende entrando en este país que prometía playas y sol. Parada en el camino para beber cafe caliente.

A pocos kilómetros de Chuy atravieso la reserva del Taim, 30 kilometros de carretera recta rodeada de lagunas. Los pájaros son todos diferentes, los hay con la panza roja, amarilla o blanca, con el cuello largo, corto o doblado como serpiente, picos de colores y tamaños diferentes, patas largas, otros rechonchas, otros cantan y revolotean en manada a mi paso, otros solitarios nadan por el agua, otro grande camina sigiloso por una laguna hasta que de pronto mete la cabeza en el agua y saca no se que cosa negra. Es una pena no tener un lente para mi cámara adecuado y poder mostraros algunas de estas aves. Pero lo que me deja con la boca abierta son los Capibara, una especie de cerdos/focas que a mi paso se lanzan al agua en estampida. En realidad son roedores, los más grandes que existen, y son difíciles de observar con calma, excepto en la carretera, donde pude ver varios ejemplares atropellados…

Carlos pedalea atravesando la reserva natural de Taim con las ultimas luces del día.

Carlos pedalea atravesando la reserva natural de Taim con las ultimas luces del día.

No puedo recordar su nombre, pero este hombre, un morador de Taim, nos llevó hasta la iglesia dek pueblo para poder pasar la noche. Hacía mucho viento.

No puedo recordar su nombre, pero este hombre, un morador de Taim, nos llevó hasta la iglesia del pueblo a orillas de lago Mirim para poder pasar la noche. Hacía mucho viento.

Cubiertos por la vieja iglesia pasamos una noche entre torbellinos de arena que entraban por la mosquitera de la carpa.

Cubiertos por la vieja iglesia pasamos una noche entre torbellinos de arena que entraban por la mosquitera de la carpa.

Niños gauchos trabajando en el campo.

Niños gauchos trabajando en el campo.

Mientras continuo hacia el norte voy parando para dormir en aldeas, casas y sobre todo en las gasolineras del camino.

 

La esencia de lo rural se respira en cosas tan simples como la ropa tendida a secar al viento.

La esencia de lo rural se respira en cosas tan simples como la ropa tendida a secar al viento.

Partida de cartas en los bares de los pueblos. Nunca esta de más una cachaça al final del día. 0,60€ el vaso!

Partida de cartas en los bares de los pueblos. Nunca esta de más una cachaça al final del día. 0,60€ el vaso!

He descubierto que en esta parte, como pasan tantos camiones, son todo un lujo. Me dejan un lugar para poner mi tienda, tienen baños con ducha de agua caliente, internet…pues eso, un lujo. El único problema es que no se porque a los camioneros les da por madrugar tanto y antes de que salga el sol ya están los motores rugiendo al lado de mi oreja.

Desde Río Grande es necesario cruzar en una barca que dura escasos 30 minutos hasta San José, un pequeño pueblo de gran encanto en el que paseando por sus calles empedradas puedes disfrutar del calor de su gente. Viven mayormente de la pesca, y no conseguí descubrir por que motivo el domingo por la noche salen a bailar desde los más jóvenes hasta los más mayores. Entrar a un bailable era como estar en las fiestas de cualquier pueblo de España con la orquesta sobre el escenario, pero aquí no había orquesta, ni tampoco eran fiestas, parece que es el espíritu Brasileño.

Rincones del pueblo de San José.

Calles del pueblo de San José.

Puerto pesquero de San José

Puerto pesquero de San José

Llegando a Bujuru no encontré gasolinera adecuada para pasar la noche, asi que comencé a buscar con Carlos un lugar donde quedarnos esa noche. Preguntamos aquí y allí sin encontrar un lugar que nos convenciera del todo, hasta que preguntamos en una borraxaria (Taller)

Allí nos atendió Weymar, un hombre humilde con gran hospitalidad que nos recordó que los grandes tesoros no se guardan en el bolsillo, si no en el corazón.

Nos recibe en su taller con los brazos abiertos. "Para mi todas las personas son buenas hasta que me demuestren lo contrario..." decía.

Nos recibe en su taller con los brazos abiertos. «Para mi todas las personas son buenas hasta que me demuestren lo contrario…» decía.

Por azares de la vida, que no todos son buenos, cuida de sus dos nietos con gran pasión. Su hijo, el que más de un disgusto le ha traído en la vida, también vive bajo su vigilancia. Su hermano, sencillo, vive y trabaja con él.  Nos acoge con todo el calor que nos puede dar, y nos sienta con él a la mesa a disfrutar de un feijão exquisito (comida típica de Brasil, unas alubias negras pequeñas)

Saimon es el nieto de Weymar, y las vacaciones  de invierno las pasa con su abuelo.

Saimon es el nieto de Weymar, y las vacaciones de invierno las pasa con su abuelo.

Sariane es la nieta de Weymar, tiene 10 años y ya se encarga de muchas de las tareas en la cocina. Tiene una sonrisa preciosa.

Sariane es la nieta de Weymar, tiene 10 años y ya se encarga de muchas de las tareas en la cocina. Tiene una sonrisa preciosa.

Alli nos quedamos dos noches disfrutando de su hospitalidad y de la alegría de Saimon y Sariane correteando por todos lados. Nos dejaban caramelos en el techo de la tienda, y nos hacían dibujos de nosotros en bicicleta recorriendo el mundo. “Debe ser increíble recorrer el mundo sobre una bicicleta” decía uno de los dibujos que le regaló a Carlos, con un ciclista arriba de una bola del mundo, el sol y la luna.

Los gatos al calor del fuego en la borraxaría.

Los gatos al calor del fuego en la borraxaría.

Sariane me regala un dibujo en el que salimos todos. Carlos y yo salimos con nuestras cámaras de fotos colgadas del hombro.

Sariane me regala un dibujo en el que salimos todos. Carlos y yo salimos con nuestras cámaras de fotos colgadas del hombro.

Weymar trabaja en la borraxaria desde primera hora de la mañana

Weymar trabaja en la borraxaria desde primera hora de la mañana

Gepreto vive en la borraxaria y tiene especial tacto para cuidar de Saimon y Sariane.

Gepreto vive en la borraxaria y tiene especial tacto para cuidar de Saimon y Sariane.

No pude recordar su nombre, no ahora, si no desde que me lo dijo, asi que le apodamos "ojos azules" desde el principio.

No pude recordar su nombre, no ahora, si no desde que me lo dijo, asi que le apodamos «ojos azules» desde el principio.

"Ojos azules" nos lleva al bar que frecuenta a probar la cachaça, bebida típica de Brasil.

«Ojos azules» nos lleva al bar que frecuenta a probar la cachaça, bebida típica de Brasil.

 

Cualquier lugar es bueno para afeitarse un poco.

Cualquier lugar es bueno para afeitarse un poco.

Aprovechamos para poner a punto nuestras bicicletas y partimos camino.

No hay nada mejor que parar de pedalear pronto, comprar una cerveza, y disfrutar de los ultimos rayos del sol sobre la hierba.

No hay nada mejor que parar de pedalear pronto, comprar una cerveza, y disfrutar de los ultimos rayos del sol sobre la hierba.

Unos pocos kilómetros después Carlos se dirige hacia el oeste, va a Puerto Alegre. Yo giro al este, hacia el Océano Atlántico.

 

Al ritmo Uruguayo

No fue difícil adaptarse al ritmo uruguayo. Vivir despacio, tranquilo y a favor de la naturaleza.

En Barra de Valizas conocemos a Luciana, vive con su hijo Roman de 4 años en una antigua casa escondida entre palmeras. En verano el camping se llena de viajeros y conciertos y actividades dan vida a este rincón cercano a las dunas del cabo Polonio.

Luciana, argentina afincada en Valizas desde hace mas de 20 años.

Luciana, argentina afincada en Valizas desde hace mas de 20 años.

Son 7 km lo que separa este pequeño pueblo del mítico cabo Polonio. Un lugar donde llegar en coche es imposible, y andando toda una maravillosa aventura entre dunas de más de 60 metros de altura sobre el nivel del mar. La lluvia y el mal tiempo no me permitió disfrutar del paseo completo hasta el faro del cabo, asi que como desde las alturas siempre se aprecia los paisajes de una manera diferente, me subí a la duna Bellavista, la más alta de toda la reserva.

Paseo en familia por las dunas del Cabo Polonio

Paseo en familia por las dunas del Cabo Polonio

Vistas desde una de las dunas

Vistas desde una de las dunas

Subiendo a la duna Bellavista se puede ver el esqueleto de que un día fue una montaña de piedras.Subiendo a la duna Bellavista se puede ver el esqueleto de que un día fue una montaña de piedras.

La niebla nos sorprende entre las dunas bajando del  Bellavista.

La niebla nos sorprende entre las dunas bajando del Bellavista.

En este rincón nos quedamos durante 11 días. A cambio del alojamiento y comida, construimos un techado para ampliar el porche de la casa. Fueron casi mis primeras experiencias con el cemento y la logística de la distribución de vigas, pero gracias a la pericia de Carlos, que como buen chileno siempre sabe buscarse las castañas para hacer cualquier cosa, nos quedó un trabajo de lo más profesional.

Carlos y yo frente a nuestra obra en casa de Luciana.

Carlos y yo frente a nuestra obra en casa de Luciana.

Nuestro techo terminado.

Nuestro techo terminado.

Sigo pedaleando por las rectas carreteras de Uruguay. La siguiente parada es Punta del Diablo, antiguo pueblo pesquero que gracias a sus privilegiadas playas y buena ubicación ha ido creciendo. Sigue manteniendo la esencia de lo rural, y por sus calles se respira la brisa del mar. Son pocos los pescadores artesanales que viven de sus aguas a estas alturas, pero tomando mate y fumando se les puede ver contando historias frente a sus viejos barcos en la playa.

La costa de Punta del Diablo

La costa de Punta del Diablo

Eduardo Dineigri fue pescado artesanal y carpintero de barcos en Punta del Diablo. hoy esta retirado, como el barco a sus espaldas.

Eduardo Dineigri fue pescado artesanal y carpintero de barcos en Punta del Diablo. hoy esta retirado, como el barco a sus espaldas.

Gracias a Couchsurfing contacté con Julio Clavijo. Gran fotógrafo y mejor persona. Bajo los parámetros de trabajar para vivir, se dedica a construir casas de madera de un modo completamente artesanal.

Julio prepara la masa de la pizza para la cena.

Julio prepara la masa de la pizza para la cena.

Nana. Loqui y Rita son sus perros favoritos, pero en realidad cuida de muchos más, a los que prepara grandes cacerolas de arroz bien condimentado y alaga con palabras de cariño y fuego los días de frio. Comparto con él la pasión por la fotografía, y disfruto de su galería fotográfica de los alrededores de Punta del Diablo mientras me balanceo en la hamaca que cuelga de la viga principal de su casa.

Son mis últimos días en este país antes de entrar en Brasil. Se me ha hecho corto, pero es que este país es pequeño, un rincón de Sudamérica donde la esencia se vive en sus gentes y en sus paisajes vírgenes, un país donde su presidente tiene la filosofía de vivir de la vida para ser feliz. Me quedo con la miel en los labios, con ganas de vivir más Uruguay, pero grandes historias me esperan en el camino, y siempre podré regresar.

Entrando en Brasil! un nuevo país por explorar.

Entrando en Brasil! un nuevo país por explorar.

Para conocer un poco más de José Mujica, presidente de Uruguay, puedes ver una pequeña entrevista para TVE aqui

Expectativa optimista. Uru-guay

No hay nada como imaginarse algo de una manera para que sea completamente lo contrario. Asi que lo que se me imaginaba como una salida caótica, como lo puede ser la salida en bicicleta de cualquier gran ciudad, se convierte en un agradable paseo a orillas del mar. Una ciclovía de más de 20km recorre hacia el este la costa de Montevideo.

Es diferente pedalear en pareja. Dejo atrás los largos tiempos de silencio en los que me transportaba en una nube soñando encima de la bicicleta, o tarareaba infinitamente una canción sin darme cuenta siquiera que lo estaba haciendo. Ahora conversamos, cuando la ruta lo permite pedaleamos en paralelo y hablamos de la vida, o escuchamos música.

Largas carreteras tranquilas con luz de atardececer que nos transportan a la Isla del Fuego...

Largas carreteras tranquilas con luz de atardececer que nos transportan a la Isla del Fuego…

La gente nos transmite su calor y través de las bocinas al pasar con los coches por nuestro lado. Junto a una sonrisa y a una mano que asoma por la ventanilla nos refuerzan el animo para seguir adelante.

La gente nos anima en la carretera con una sonrisa en la cara

La gente nos anima en la carretera con una sonrisa en la cara

Dormir en este país es fácil, siempre hemos encontrado un lugar donde poner nuestras casas de tela y nunca hemos dudado de si era un buen lugar, siempre es un buen sitio. A la vera de la carretera, a orillas del mar, en una casa abandonada, en un chiringuito de playa cerrado por el invierno y también acogidos en alguna casa. Siempre estamos como en nuestro hogar, y dormimos profundo con la melodía de las olas afuera, o de los coches.

Durmiendo en El Águila, una curiosa casa capricho de un adinerado porteño que hoy esta abierta al publico.

Durmiendo en El Águila, una curiosa casa capricho de un adinerado porteño que hoy esta abierta al publico.

Álvaro y Bernis tienen una casa en Punta Negra donde se escapan cada vez que pueden a descansar. Los encontramos paseando en bicicleta por la costa, y les faltó tiempo para invitarnos a poner nuestras carpas en su jardín.

Cenamos juntos al calor del fuego mientras Álvaro nos cuenta mil y una historia de Uruguay, de su familia, de sus hijos… nos sirve un vaso de grapa, un orujo hecho en Uruguay que calienta hasta alma, y luego otro. Bernis prepara un Calzone con queso, tomate y albahaca.  Subimos a la azotea de la casa desde donde podemos ver las luces de Punta del Este a lo lejos, las luces de las decenas de barcos que esperan su entrada al puerto de Montevideo y por supuesto las estrellas.

Por la mañana nos esperan con café recién hecho, tostadas, miel, mermelada casera… Álvaro no enseña a tomar mate, y Bernis nos regala su viejo mate para que lo disfrutemos en nuestro camino. No nos queremos ir de allí pero es domingo y han de regresar al bullicio de la ciudad, nosotros seguiremos camino por la costa hacia el noreste.

Álvaro y Bernis comparten unos mates con nosotros por la mañana en su casa.

Álvaro y Bernis comparten unos mates con nosotros por la mañana en su casa.

Seguimos pedaleando con olor a mar, entre pequeños pueblos de veraneo que aquí llaman balnearios. Casas cerradas esperando al sol para ser habitadas por dos meses, pero hoy pedaleamos en camiseta, parece que estuviese todo deshabitado para siempre. Es agradable conocer la costa asi, tan solo las personas que permanecen aquí todo el año son las que nos saludan por las calles al llegar . Pasamos la multitud de Punta del Este casi de largo, para continuar hacia el noreste del país. Aquí los paisajes se tornan salvajes y las dunas, palmeras y lagunas hacen disfrutar de los días sobre la bicicleta.

A las afueras de Punta del Este ponemos nuestras carpas en una vieja terraza de verano.

A las afueras de Punta del Este ponemos nuestras carpas en una vieja terraza de verano.

Anselmo maneja la pequeña barca que cruza el lago Garzón para seguir la carretera hacia el noreste.

Anselmo maneja la pequeña barca que cruza el lago Garzón para seguir la carretera hacia el noreste.

Carlos tiene otro vicio aparte de ser libre, la Cocacola.

Carlos tiene otro vicio aparte de ser libre, la Cocacola.

Washinton Alonso comparte una cerveza con nosotros con las últimas luces del día.

Washinton Alonso comparte una cerveza con nosotros con las últimas luces del día.

Llegando a la Laguna Rocha  el paisaje nos regala imágenes como esta a lo largo del camino.

Llegando a la Laguna Rocha el paisaje nos regala imágenes como esta a lo largo del camino.

En ocasiones encontramos que las lagunas se unen con el mar y es necesario cruzar en balsa, o incluso en algunas partes del año, es necesario dar un rodeo para evitar el paso de agua. Asi pasa con la laguna Rocha, donde las olas en algunas partes del año forman un puente natural de arena que permite el paso andando de un lado a otro, otras, la arena desaparece y es necesario rodear la laguna por la carretera nacional que transcurre más interior del país. Por suerte ahora estaba cerrado, y bajándonos de las bicicletas caminamos los kilómetros restantes por la arena hacia el pueblo de La Paloma.

Cruzando el puente natural de arena de la Laguna Rocha me siento a mirar, y a descansar.

Cruzando el puente natural de arena de la Laguna Rocha me siento a mirar, y a descansar.

Un chiringuito de playa cerrado por la temporada de invierno nos sirve de abrigo para pasar la noche. Bajo el faro de Santa María. Mañana seguiremos hacia Cabo Polonio, pero no tenemos prisa, empiezo a saborear esta segunda gran etapa del viaje, ya no existen las prisas por el invierno, por la nieve o el hielo de los caminos que tenia en la Patagonia más austral, ahora se trata de disfrutar el momento presente, sin prisas, el camino es prácticamente llano, el día de más viento se puede pedalear igual, y el día de más frío hay que abrigarse un poquito más.

Ahora la aventura es otra, no menos importante que la anterior, la expectativa sigue llena de optimismo, y sigo estando feliz.

Dormimos bajo el Faro de Santa María. Todo un espectáculo nocturno.

Dormimos bajo el Faro de Santa María. Todo un espectáculo nocturno.

Llegando a Barra de Valizas con las últimas luces del día. Paisajes de carretera.

Llegando a Barra de Valizas con las últimas luces del día. Paisajes de carretera.

Volver a partir

Frente a un espejo me observo. Voy quitándome la ropa por partes. Tengo una barba frondosa que cubre todo mi rostro enrojecido y que apenas reconozco. Mi cuerpo blanco contrasta con el negro de mis manos agrietadas. Siento el frío de las baldosas con mis pies. Estoy un poco más delgado. Abro la llave del agua y un potente chorro se precipita sobre la bañera. Primero una mano para comprobar la temperatura, luego un pie, poco a poco meto el cuerpo, y finalmente como en un momento de éxtasis dejo caer  mi cabeza hacia atrás sintiendo cada gota de agua caliente corriendo por mi espalda. Hace cuanto tiempo no sentía esta sensación…

Me encuentro en casa de Inés, un hada madrina que me crucé en la Patagonia y que hoy me abre las puertas de su casa en Buenos Aires.

Son días de paz, de duchas, de tranquilidad espiritual dentro del alboroto de una ciudad. No tengo que pensar donde dormir esta noche, si hará frío, de donde viene el viento, si lloverá, si me queda gas para calentar agua, cuantos kilómetros me quedan por pedalear… Salgo a pasear y observo a la gente caminar, yo camino a otro ritmo, despacio.

Comienzo una nueva parte del viaje. Dejo atrás la fría y ventosa pampa del sur para acercarme hacia las paradisiacas playas brasileñas de la costa atlántica.

No tengo una ruta a seguir, pero en esta parte de la aventura no viajaré solo, me acompaña Carlos, un alegre viajero chileno que como yo salió de Santiago de Chile en bicicleta rumbo al sur. Nos conocimos en Puerto Tranquilo en un breve encuentro fortuito en el camping Bellavista, más tarde nos cruzamos en el magnífico Hostal independencia de Punta Arenas, y finalmente tuvimos tiempo para conversar tranquilamente en Puerto Williams. Dejó atrás la seguridad de su entorno para viajar, sin fecha, sin rumbo.

Carlos es mi nuevo compañero de viaje. Si le das un mate todo está bien.

Carlos es mi nuevo compañero de viaje. Si le das un mate todo está bien.

Salimos de Buenos Aires hacia Tigre, 30 kilómetros al norte de la ciudad. Aquí el río de la Plata forma un extenso delta que une entre canales de agua dulce ambos países. Argentina y Uruguay.

Los barcos circulan por las calles de agua dulce en todas direcciones, como una Venecia sudamericana luce esta parte del país argentino que me sorprende positivamente. Nunca había oído hablar de este rincón.

Tras pedalear por las calles de Tigre, Carlos y yo nos dimos cuenta que dormir en este pueblo no iba a ser barato…Los camping están cerrados por ser fuera de temporada y los lugares a los que preguntamos nos dicen precios disparatados para nuestro presupuesto. Nos vamos a la estación de tren, allí podremos dormir tranquilos.

Pero viajando uno nunca sabe donde va a acabar el día, y de pronto sin darnos cuenta aparece Alma para ofrecernos un lugar para pasar la noche. Ella vive en “la isla”, a todas las islitas que se forman entre los brazos del delta les llaman genéricamente la isla, y es demasiado tarde para poder conseguir un barco y cruzar a su casa. Además mañana nuestro barco para cruzar a Uruguay sale a las 7:30 de la mañana. Finalmente entre llamadas de teléfono para conseguirnos algún otro lado, conocemos a Carmen, una chica de León que lleva un año viviendo allí. Nos presta el patio de la casa donde vive para poner nuestra tienda de campaña y finalmente descansar.

Amanece entre los canales del Delta del Tigre.

Amanece entre los canales del Delta del Tigre.

Navegando entre canales hacia Nueva Palmira

Navegando entre canales hacia Nueva Palmira

Después de más de tres horas navegando entre canales llegamos a Nueva Palmira, nuestro punto de entrada a Uruguay.

Se respira paz, buena energía. La gente de la aduana nos recibe con una inmensa sonrisa, no protocolaria, una sonrisa de verdad, de las que se te contagian.

La gente nos saluda, nos preguntan de donde venimos, otros sonríen al pasar por su lado, y es que ya nos lo habían avisado, los uruguayos son gente excelente.

Nueva Palmira. Carlos es mi nuevo compañero de viaje.

Nueva Palmira. Carlos es mi nuevo compañero de viaje.

Desde aquí pedalearemos hacia Colonia y después hacia Montevideo. Entre canciones de todo tipo que suenan en la bicicleta de Carlos seguimos la costa del río de la plata con más frío del que habíamos imaginado. -Pero que es esto que suena Carlos!? – Rafael, ¿no lo conocías? esta canción me encanta! – No si ya se que es Rafael!! digo riendo

Rincones de Colonia de Sacramento.

Rincones de Colonia de Sacramento.

A pesar de su color marrón el río de la Plata luce como un pequeño paraíso al atardecer

A pesar de su color marrón el río de la Plata luce como un pequeño paraíso al atardecer

Carlos calienta agua mientras yo me resguardo del frío en la tienda de campaña. Siempre está al pie del cañon.

Carlos calienta agua mientras yo me resguardo del frío en la tienda de campaña. Siempre está al pie del cañon.

Alejandra me regaló dos naranjas, y después sacamos fotos juntos.

Alejandra me regaló dos naranjas, y después sacamos fotos juntos.

Los días son muy cortos a estas alturas del año, y enseguida nos alcanza el atardecer en la carretera antes de cansarnos.

Los días son muy cortos a estas alturas del año, y enseguida nos alcanza el atardecer en la carretera antes de cansarnos.

No se nos borra la sonrisa, el sol del atardecer es algo mágico en esta parte del planeta, y a pesar de que el agua es marrón como la tierra, las playas de éste río nos hacen sentir en el mejor de los paraísos.

Llegando a montevideo vamos dejando atrás los campos cultivados.

Llegando a montevideo vamos dejando atrás los campos cultivados.

Comiendo choripanes en los carritos de la calle. Un lujo que nos damos en la ciudad. Barato, rico y contundente!

Comiendo choripanes en los carritos de la calle. Un lujo que nos damos en la ciudad. Barato, rico y contundente!

A merced del viento

Sentado, al calor de una estufa a gas mientras las lentejas hierven en la olla y la nieve cae sobre las Lengas que rodean la cabaña.

Me encuentro en el mismo lugar que cuando hace ya casi un mes escribía sobre mis últimas pedaladas bajo la nieve para llegar a esta costera ciudad del sur de Argentina, Ushuaia.

Esta parte del viaje tiene una esencia diferente, deja a un lado las pedaladas bajo el mal tiempo y me abre otro camino donde el viento ya no es mi enemigo, y el sabor a mar forma parte del camino.

Montaña arriba a través de un empinado camino de nieve dejé atrás la aglomeración de Ushuaia junto al mar para aceptar la invitación de Gustavo.

Lleva más de 7 años viviendo aquí, a las afueras de la ciudad en una casa que él mismo ha ido construyendo clavo a clavo. Lo conocí en el puerto en uno de esos tantos paseos que me he dado para conocer a los navegantes viajeros que aquí atracan, me invitó a tomar mate y después me ofreció su casa.

Gustavo ama la vela, y mientras realiza unos cursos de navegación trabaja en el club Nautico de Ushuaia para estar cerca de los veleros y los viajeros

Gustavo ama la vela, y mientras realiza unos cursos de navegación trabaja en el club Nautico de Ushuaia para estar cerca de los veleros y los viajeros

Llegué hasta Ushuaia con la idea de continuar mi viaje, preferiblemente hacia el otro lado del Pacífico, pero después de varias tazas de café en diferentes veleros comprendí que no es un buen momento para hacer esta ruta.

Me embarque entonces con mi bicicleta en el Endurance para ir a Puerto Williams. Narciso, capitán de este lujoso velero, aceptó con una sonrisa llevarme a través del canal de Beagle hasta este escondido pueblo de la isla Navarino, en territorio Chileno.

Narciso es el Capitán de este lujosos velero, el Endurance.

Narciso es el Capitán de este lujosos velero, el Endurance.

Bajo escarpadas montañas nevadas y una eterna luz de atardecer a estas alturas del año luce Puerto Williams como una pintoresca villa costera. A pesar de haber comenzado su crecimiento debido al posicionamiento militar, en puerto Williams aun viven los descendientes directos de los que un día fueron los únicos habitantes de estas tierras, los Yaganes. Sin ropa y tan solo con lo que la naturaleza les ofrecía no hace muchos años atrás sobrevivía esta raza indígena del sur del  mundo.

Ha salido el sol y los habitantes de Puerto Williams aprovechan para secar su ropa.

Ha salido el sol y los habitantes de Puerto Williams aprovechan para secar su ropa.

El 21 de Mayo se celebra el aniversario de la batalla de Iquique. Todos desfilan en la calle principal frente a la armada.

El 21 de Mayo se celebra el aniversario de la batalla de Iquique. Todos desfilan en la calle principal frente a la armada.

Desfile militar y de todo el pueblo por el aniversario de la batalla naval de Iquique.

Desfile militar y de todo el pueblo por el aniversario de la batalla naval de Iquique.

La mayoría de los Yaganes que quedan se encuentran el Villa Ukika, un barrio que queda separado del “centro” del pueblo por un pequeño río. Aquí conozco a Armin, profesor de música en el colegio que lleva a cabo un proyecto cultural en esta pequeña Villa. A cambio de colaborar de algún modo con el centro cultural me deja dormir al calor del fuego de este pequeño centro cultural en vías de desarrollo.

En la pequeña villa de Ukika viven la mayor parte de descendientes Yaganes que hay en Tierra del Fuego

En la pequeña villa de Ukika viven la mayor parte de descendientes Yaganes que hay en Tierra del Fuego

Cortar leña, coger agua del rio para cocinar, quitar el hielo de las escaleras y salir a pasear con la cámara colgada del hombro se convierte en mi rutina durante los próximos días. Caminar sobre la nieve se vuelve pesado para alguien que vive a estas latitudes del planeta, pero para mi sigue siendo un hermoso crujir bajo los pies, a pesar de estar congelados.

Hoy me han invitado a una cocción de centolla en la casa de Yaqui, una vecina de Ukika, y 20 kilos de estas sabrosas patas de crustáceos van pasando por la olla mientras saboreamos pescado frito, empanadas, ceviche y por supuesto las centollas que van saliendo de la olla.

Cristian vive en Puerto Williams desde hace varios años. Ha montado el Hostal Juwa y vive con su mujer y una hija en la villa de Ukika.

Cristian vive en Puerto Williams desde hace varios años. Ha montado el Hostal Juwa y vive con su mujer y una hija en la villa de Ukika.

Yaqui vive en Puerto Williams desde hace más de 20 años. Es una experta de la centolla, y de la cocina en general!

Yaqui vive en Puerto Williams desde hace más de 20 años. Es una experta de la centolla, y de la cocina en general!

De vez en cuando paso por el puerto para ver si algún velero va a salir en alguna dirección que me pueda servir. Viajeros navegantes de todas las nacionalidades que vagan por el mundo en inmensos o pequeños veleros comparten historias y tazas de té. Me invitan a pasar, compartimos experiencias, a veces en ingles, a veces en castellano y cuando me alejo casi siempre se les oye hablar francés, cuantos franceses en velero!

Un día apareció Magnus con un gran velero, se dirijía a Sudáfrica…tras conversar con el jefe del barco telefónicamente (era un velero que se dedicaba a viajar con exclusivos pasajeros por el sur del planeta) me dijo que a pesar de su tentativa no podía llevarme…en el fondo sentí un alivio inmenso por que si me decía que si no podría desaprovechar esa oportunidad y realmente no se si me encontraba preparado para afrontar un viaje por África en bicicleta… Asi que me despedí de ellos mientras zarpaban rumbo a las Malvinas, su primera y última parada en el camino antes de llegar a Cape Town.

El Pelagic Australis al mando de Magnus zarpa de Puerto Williams rumbo Cape Town

El Pelagic Australis al mando de Magnus zarpa de Puerto Williams rumbo Cape Town

Siguieron mis fríos paseos a la eterna luz del atardecer durante algunos días más, impartí un curso fotográfico en el colegio, corté leña, recogí agua del poco río que quedaba sin congelarse, visité a los vecinos, tallé madera y finalmente llegué a una conclusión. Brasil.

A estas alturas del año el sol se mantiene siempre en el horizonte. Tras salir del colegio de dar un pequeño taller fotográfico paseo por el lado del Canal de Beagle.

A estas alturas del año el sol se mantiene siempre en el horizonte. Tras salir del colegio de dar un pequeño taller fotográfico paseo por el lado del Canal de Beagle.

Las temperaturas son muy bajas en esta época y todo está congelado. No hay mal que por foto no venga.

Las temperaturas son muy bajas en esta época y todo está congelado. No hay mal que por foto no venga.

Paseando por los alrededores de Pto. Williams bajo el sol del día.

Paseando por los alrededores de Pto. Williams bajo el sol del día.

Asi que ahora que tenia un rumbo fijo, las cosas serían más fáciles que tambalear por los barcos sin un destino concreto. Mi primer paso era salir de Puerto Williams, a Ushuaia o a Punta Arenas, y de ahí buscar alternativas para llegar a Buenos Aires, punto de partida en bicicleta para continuar mi viaje.

Un hermoso día llegó a puerto un pequeño barco llamado Klepper. En su mástil ondea la bandera Suiza, y por su cubierta de vieja madera oscura caminan entre cabos Casper y Dominique. Una pareja de jóvenes suizos que un día decidió gastarse su dinero en un viejo barco de vela y recorrer el mundo al ritmo del viento.

Chasper, Dominique y Klepper. Una gran familia que recorre el mundo a vela.

Chasper, Dominique y Klepper. Una gran familia que recorre el mundo a vela.

Bebemos té, compartimos historias, y cual es mi sorpresa cuando descubro que este hermoso barco navegó por mi tierra dos años atrás. Tiró su ancla en la Ría de Ares y disfrutó de las fiestas del Carmen con gran expectación, no sabían de que se trataba la fiesta, y cuando se despertaron vieron a montones de barcos salir juntos de la bahía tocando las bocinas. Creían que iban a cazar delfines, ballenas o algo por el estilo!! Hasta que más tarde comprendieron que lo único que hacían era llevar en procesión a la virgen del Carmen alrededor de la Ría.

Una velada muy agradable en el Klepper antes de partir hacia Ushuaia.

Una velada muy agradable en el Klepper antes de partir hacia Ushuaia.

Cuatro días después, zarpábamos con el Klepper rumbo a Ushuaia.

El Klepper navega por el Canal de Beagle envuelto en la mágica luz del sur del mundo

El Klepper navega por el Canal de Beagle envuelto en la mágica luz del sur del mundo

Chasper esta siempre feliz, con el mate en la mano, la cara al sol, navegando en su barco...que más se necesita!

Chasper esta siempre feliz, con el mate en la mano, la cara al sol, navegando en su barco…que más se necesita!

Navegar a bordo de este barco me ha abierto un nuevo camino por descubrir. Casper tiene el don de transmitir las sensaciones para moverse el ritmo de viento, porque esto no se enseña, se transmite, y con una sonrisa perpetua en la cara me hace mover el cuerpo a favor del mar. Con gestos, sonidos y palabras que se mezclan entre el castellano y el inglés me va dando todas las indicaciones para que el Klepper navegue por el canal de Beagle hacia nuestro destino.

Con nosotros viaja también Giuseppe, otro chico suizo que como yo, buscaba la forma de viajar hasta Ushuaia.

Giuseppe disfruta de sus primeros minutos de navegación a vela en toda su vida.

Giuseppe disfruta de sus primeros minutos de navegación a vela en toda su vida.

Chasper y Dominique tienen el don de sonreir. Siempre.

Chasper y Dominique tienen el don de sonreir. Siempre.

Ahora el viento es mi amigo, siento como me acaricia la cara y empuja las velas. –“Pull this one?” (-tiro de esta) Le digo a Casper con este ingles más que mediocre pero más que suficiente para entendernos a la perfección. Sonríe con el mate en la mano y me dice – “I don´t know, try and wait what happens” (no lo sé, inténtalo y espera a ver que pasa) Me siento seguro, sé que si lo que voy a tocar es un error garrafal Casper soltaría su mate y me detendría inmediatamente, pero me deja cometer pequeños errores. Cuando me doy cuenta y los corrijo me sonríe y levanta el mate a modo de felicitación. Me siento feliz, siento que había hecho esto en alguna otra vida y que tan solo lo estaba recordando ahora. Makalu baila con la olas colgada del mástil frente a mi. Sonrío.

El viento dejó de soplar cuando el reloj marcaba las 14:30 aproximadamente y a diferencia del viaje de ida con el Endurance que duró aproximadamente 3 horas con la ayuda de su potente motor, con el Klepper nos desviamos cuando el sol se está escondiendo tras las montañas para pasar la noche en la resguardada bahía Mejillones. Disfruto viendo la compenetración de trabajo entre Dominique y Casper, cuando navegan dejan de ser pareja y pasan a ser compañeros de trabajo, cada uno tiene unas funciones completamente aceptadas, y sin apenas tener que hablar se comunican con una asombrosa sincronía. El cielo se a teñido de colores magentas que se reflejan en el agua de la bahía que luce como un espejo que rompemos a nuestro paso. Nos introducimos lentamente en la isla de Navarino, entre pequeños islotes vestidos de verde con grandes arboles inclinados por el viento, Dominique en la proa hace gestos con los brazos para esquivar las piedras que se ocultan bajo el agua, Giuseppe y yo nos limitamos a ayudar en lo que podemos, y sobre todo de disfrutar, porque esto son regalos de la vida, experiencias que solo un viaje puede ofrecerte, un momento de felicidad difícil de explicar, y que nunca jamás podré olvidar.

Al llegar a la bahía Mejillones es necesario asegurar el Klepper con dos cabos a tierra para dormir seguros.

Al llegar a la bahía Mejillones es necesario asegurar el Klepper con dos cabos a tierra para dormir seguros.

Salir a cubierta por la noche y disfrutar de esta vista. El cielo del sur del mundo, el Klepper y Makalu.

Salir a cubierta por la noche y disfrutar de esta vista. El cielo del sur del mundo, el Klepper y Makalu.

Me despierto al amanecer para disfrutar de estas vistas en Bahía Mejillones.

Me despierto al amanecer para disfrutar de estas vistas en Bahía Mejillones.

Las playas de Bahía mejillones tienen la esencia primitiva de Isla Navarino. Solo dos viejas trampas para centolla nos muestran el paso del tiempo.

Las playas de Bahía mejillones tienen la esencia primitiva de Isla Navarino. Solo dos viejas trampas para centolla nos muestran el paso del tiempo.

Me da pena llegar a Ushuaia, no quiero dejar de navegar, pero aun así con una luz siempre tan especial nos vamos acercando al club náutico. Hablo por radio con Gustavo, quien nos espera sobre las tablas del puerto con una sonrisa en la cara. Es extraña la sensación, me encuentro a más de 13.000 km de mi casa y sin embargo me siento regresando a un hogar.

Dominique supervisa la precaria navegación que realizamos Giuseppe y yo bajo la nieve.

Dominique supervisa la precaria navegación que realizamos Giuseppe y yo bajo la nieve.

Entre la tormenta de nieve divisamos al fondo lo que en Ushuaia llaman "El Faro del Fin del Mundo"

Entre la tormenta de nieve divisamos al fondo lo que en Ushuaia llaman «El Faro del Fin del Mundo»

No es el Faro más austral del planeta pero los Argentinos lo venden como el Faro del fin del mundo. Miles de turista vienen a verlo en verano durante la época de verano.

No es el Faro más austral del planeta pero los Argentinos lo venden como el Faro del fin del mundo. Miles de turista vienen a verlo en verano durante la época de verano.

Casi sin viento y con el sol rozando las montañas comenzamos a llegar a Ushuaia

Casi sin viento y con el sol rozando las montañas comenzamos a llegar a Ushuaia

La vista desde el mástil del Klepper es increible.

La vista desde el mástil del Klepper es increible.

Ahora comienzo una nueva etapa en mi viaje, dejo atrás el cálido frío del sur del mundo para empezar a pedalear hacia las temperadas aguas atlánticas de Brasil, pero el Klepper nunca se irá de mi corazón, ha sido el principio de un mundo por descubrir, y quien sabe, quizá más adelante volvamos a encontrarnos en algún pueblo costero de este pequeño planeta por explorar.

Finalmente me toca desembarcar en Ushuaia. Ahora nuevos kilometros con Makalu me esperan, hasta siempre Klepper.

Finalmente me toca desembarcar en Ushuaia. Ahora nuevos kilometros con Makalu me esperan, hasta siempre Klepper.

 

Pequeño video en el Klepper