British Columbia. Tierras maravillosamente salvajes.
No voy a extenderme en la redacción de este post, son tantas las sensaciones y tan breve el tiempo del que dispongo que vamos a viajar a través de las fotografías.
Me encuentro sentado al calor de cuatro paredes que me resguardan del viento que con su fuerza hace crujir los arboles afuera.
El dueño, asombrado con nuestro viaje, nos cedió a un precio simbólico una de las habitaciones de su motel tras haberse asegurado que habíamos llenado nuestros estómagos con una buena hamburguesa. Llegamos hasta aquí tras 8 días sin parar de pedalear entre valles de tupidos bosques donde habitan más osos que personas. También lobos. Un encuentro con la vida salvaje que me desnuda frente a la naturaleza más absoluta.

Convertimos este camping de la ciudad de Terrace en nuestro hogar durante tres días en los que aprovechamos para editar videos, escribir, descansar, lavar la ropa, comer pancakes…
La siguiente parada en nuestro camino esta a 468 km. donde me encuentro ahora.

El paisaje se torna por completo, y es que atravesamos los restos de lava que en los años 70´hizo explosión en estos valles.

Hacemos fuego alli donde nos instalamos, y es que es la mejor forma de evitar ser comido por los mosquitos, y de ahuyentar a los animales!

Sentados frente al fuego miramos el Lava Lake mientras las voces de los nativos Nisga´a se elevaban desde el bosque.

Alaska está cerca, muy cerca. Pedaleo entre osos negros y lobos salvajes por valles infinitos que parecen no acabar nunca. A veces llueve, pero cuando estas mojado no sientes la lluvia. Lava Lake. British Columbia.

Llegamos a un campamento de leñadores en busca de comida. No hay nada más que polvo por sus calles y viejas máquinas aparcadas. Cuando nos ibamos desilusionados hacia la carretera nuevamente un último intento de descubrir a alguien nos llevó hasta Ron, una de las 4 personas que lo habitan. Justamente era su cumpleaños eses día y con el estómago lleno de costillas, pollo, ensaladas, chocolate, y cerveza dormimos esa noche sobre una cama.

Ron y Emilie quieren enseñarnos el valle desde lo alto antes del atardecer. Por ahí abajo venimos pedaleando!

Ese valle que surca las montañas tras el lago lleva directamente a la frontera de Alaska… pero aun no es el momento de cruzarla, debemos de explorar mucho todavía por estas tierras.

Han sido muchos los osos que hemos visto en el camino pero pocos los fotografiados. Hemos de tener cuidado de no acercarnos mucho y cuando de pronto los sorprendemos al borde de la carretera comiendo a menos de tres metros de nosotros no debemos parar por ningún motivo. Pero este estaba lejos, y para alcanzarnos tenia cuesta arriba asi que paramos a disfrutar de sus pausados movimientos.
increíble Juan no imagino lo que debes estar disfrutando.PAra mi ya es casi una droga tu blog,tu historia y tus fotos.la que estas en la bici apoyado es para otra de las postales.un abrazo y nada,esperamos con ganas vivir la llegada a alaska.Yo estoy hasta nervioso.
Preciosas las fotos y muy descriptivo el texto. Gracias a los dos por esos estupendos momentos que nos haceis pasar con vuestro post. Ya se vislumbra el final y os vamos a echar en falta. Besos desde Asturias.
maravilla! ganas de ver y leer más 🙂
buen viaje!
Hola amigos.
Enhorabuena por vuestra aventura.
Estoy planeando hacer Patagónica/Alaska en bici,quería pediros si sois tan amables información sobre visados de EEUU y Canadá así como cualquier información que consideréis importante.
Disfrutar a tope de la ruta,muchas por todo de antemano.
Un fuerte abrazo.