365 días bajo las estrellas. El Amazonas.
Navego por el río Amazonas, un ancho caudal de aguas marrones que zigzaguean a lo largo de cientos de kilómetros bastas extensiones de bosques. Solo el motor del barco mancha la serenidad que ofrece este aire, y en ocasiones, apenas es apreciable. La inmensa mole de hierro en la que viajo fluye a favor de la corriente y apenas necesita tracción para descender río abajo hasta la ciudad de Iquitos.
Podría ser un día más del viaje, otro día en el que mis pulmones se llenan de un aire diferente al de ayer, pero en realidad hoy sonrío por algo más que ver a las inmensas bandadas de garzas blancas volar sobre mi, hoy hago memoria mientras veo el horizonte cambiar, hoy, cumplo mi primer año realizando el sueño de viajar.
Me tumbo en lo más alto, donde las luces de la nave no son visibles y la oscuridad deja ver las estrellas. Han sido 365 noches bajo un mismo techo pero sobre un suelo siempre distinto. Montañas, bosques, lagos, casas abandonadas, escuelas, gasolineras, policía, glaciares, bomberos, plazas, hogares, garajes, peajes e incluso un gallinero o un antiguo almacén de cebollas. Siempre he encontrado un hogar en el camino para descansar. Y hoy, navegando por la selva, cumplo mi primer año.
Durante estos días seguiré mi camino en un barco carguero, ya no existen más carreteras por donde pedalear, y es que la selva es tierra salvaje y uno se traslada por el río.
Tres días de navegación entre carga de todo tipo por el río Ucayali me llevan al encuentro del río Marañón, punto donde oficialmente nace el río Amazonas.
Un enredo de hamacas cuelgan en el segundo piso de la embarcación. Cada uno busca un lugar donde instalarse, al principio se eligen los lugares cercanos a las ventanas, después, todo rincón es bueno y una telaraña de cuerdas hace que pasar de un lado a otro sea todo un baile coreográfico. Los equipajes se instalan debajo de cada hamaca y cajas, bolsos, perros e incluso gallinas hacen más difícil guardar el equilibrio al pasar.
A mi lado derecho viaja la familia de María, después de unos días visitando a su hijo en Pucallpa, regresa a Iquitos, donde vende fruta en una esquina del centro. A mi izquierda Agustina y Ana me hacen más ameno el trayecto, dos jóvenes Argentinas que recorren Sudamérica con su mochila a cuestas durante unos meses. Un contraste de paz y energía positiva hacen de esta pareja un tándem de viaje maravilloso al que me sumo por estos días.
La vida en el barco es agradable, todos los días son Domingo para mi, y mis pulmones descansan con el aire que corre entre las hamacas. Me levanto, desayuno en cubierta, leo, escribo, hablo con la gente, hago fotos, duermo en la hamaca… y así cada día. Las vistas acompañan los tiempos muertos, y mirar por la borda se convierte también en un maravilloso entretenimiento.

Con la brisa de la tarde dormir la siesta es un verdadero placer, aunque sea de dos en dos en la hamaca.
Las horas en el barco me dan el tiempo suficiente para conocer las historias de muchos de sus pasajeros, algunas alegres y otras no tanto.
Jessy regresa con su hijo de Lima. Se lanzó a la aventura en busca de una mejor vida en la capital del país con su hijo. -No puede quedarse solo en la casa mientras trabajo, se aburre y cuando regreso solo encuentro destrozos- tuvo que costear todos los desperfectos, dejar el trabajo y comenzar su viaje de regreso. Se dio cuenta de que la vida en la ciudad iba a ser imposible, al menos de momento.

Jessy ha de regresar obligada por las circunstancias a Iquitos después de un mes trabajando en Lima.
En los pueblos que paramos a lo largo del rio se siente una paz absoluta. Casas de madera levantadas unos metros del suelo con tejado de hoja de palmeras se extienden alrededor de un campo de futbol, o a lo largo de la ribera del rio. Todo el pueblo espera la llegada del barco con sus productos para vender, o simplemente para mirar y lanzar globos de agua.
Chifle, Zapote, Tapioca, Tacacho, Patashca, Pijuayo, Aguaje… miles de frutas y comidas con nombres extraños se gritan por todas partes del barco. Es el momento más entretenido, en cuestión de 5 minutos pruebas cantidad de nuevos sabores que ni siquiera imaginabas que pudieran existir. – ¿y esto que?- pregunto a cada uno que pasa cantando un nombre al aire.
Van pasando los días, los atardeceres, las noches, amaneceres… y cuando me quiero dar cuenta, hemos atracado en el puerto de Iquitos.
Iquitos se presenta en un principio bastante mas desordenado de lo que me imaginaba y entre un estruendo de motokar (motocicletas convertidas a triciclos que hacen las funciones de taxis en el perú) que invade las calles, me monto sobre Makalu para buscar un lugar donde descansar los próximos días.
Pocas cosas hacen atractiva esta ciudad, su historia, ubicación y el malecón son algunas de ellas. Su fama definitivamente se debe a sus alrededores, de eso no existe la menor duda. Es la capital de la selva en el Perú, ubicada en el corazón de la cuenca amazónica a Iquitos solo se puede llegar navegando por sus ríos o volando. Una inmensidad de naturaleza virgen rodea esta urbe en la que se puede encontrar un sin fin de personajes diferentes recorriendo su calles. Viejos ricos de la época del caucho, indígenas que vinieron en busca de una mejor vida que no consiguieron, turistas vestidos de exploradores aventurados, viajeros que buscan vivir la experiencia de la ayahuasca…
Hoy me despierto ansioso. Me ducho y cojo un autobús al aeropuerto. Veo salir por la puerta de llegadas a mi padre con los ojos achinados por el sol. Hace casi tres años que no nos encontrábamos y al verlo me da la sensación de que tan solo unos días hubieran pasado desde la última vez.
Navegamos en una pequeña canoa de vieja madera entre pequeños canales que surcan la selva. La casa de Raul y Noemí será nuestro hogar durante unos días en los que gracias a nuestros guías Gheyner y Weninger descubriremos algunos de los muchos encantos que guarda este inmenso pulmón del planeta.
Weninger, a sus 21 años, es nuestro segundo guía.
Raul y Noemi se criaron aquí, entre la naturaleza más salvaje del planeta. Donde vivir es fácil cuando sabes aprovechar lo que te ofrece, y salir a caminar por los alrededores se convierte en una constante alerta por la supervivencia.
Noemi nos explica como fue mordida por la serpiente “shu shupe”, la más venenosa de este lugar.
Estas historias, a uno le hacen prestar especial atención en donde pone los pies, a pesar de usar botas de goma altas. Pero por suerte, nos desplazaremos en canoa la mayoría de las veces.
Buhos, iguanas, halcones, ranas, monos de todos los tamaños y clases, pirañas, delfines rosados y grises, serpientes, arboles gigantes, osos perezosos, pájaros de toda la gama de colores… desde nuestra pequeña embarcación de madera podemos disfrutar de montones de animales mirándonos con atención, y sobre todo, de la maravillosa banda sonora que ofrece la selva. Que paz navegar por aquí.

De tal palo tal astilla. Mi padre, Antonio, disfrutando con su cámara de fotos a pesar de los nubarrones.
Al atardecer una nube de mosquitos lo invade todo, da igual usar manga larga y pantalón largo, lo atraviesan! Solo con el movimiento de la embarcación uno evita ser acribillado, y cuando paramos, te acostumbras a mover los brazos continuamente para ir aplastando o espantando a los insistentes zancudos.
Un paseo nocturno con Gheyner por los alrededores de la casa nos muestra porque por la noche todo el mundo se va a dormir. Son toda clase de animales los que salen a cazar en esta frondosa selva, y machete en mano, Gheyner nos muestra tarántulas, escorpiones e infinidad de arañas peludas que asegura te matan con una sola mordida… Un escorpión negro saltó hacia mi cuando yo, como buen desconocedor de los peligros de la selva, hice ademan de acercarme con la linterna para verlo mejor. Cuando vi la reacción de Gheyner, comprendí que no era ninguna broma todo esto.

Gheiner es nuestro guía. Tiene una vista increíble, es capaz de ver cualquier animal por muy escondido que se encuentre.
Me encanta ver como las personas se adaptan a lugares tan extremos como este para vivir, como la mente y el cuerpo se amoldan al terreno, y como a pesar de todo, una sonrisa, es siempre del mismo modo correspondida.
Juan unas fotos maravillosas
Increible, como siempre, viajo con tigo.
No estaría tranquilo entre tanto bicho, especialmente entre mosquitos. ¿Cómo tu padre por ahí? ¿Encuentro programado? Disfrutad.
Jajaja uno se adapta al medio! si, mi padre vino unos dias de visita, ya esta de vuelta. Saludos!
Gracias Juan.Un placer y un privilegio acompañarte.
El placer es mio! saludos!
INTERESANTÍSIMO REPORTAJE, PRECIOSAS FOTOGRAFÍAS Y UNA EXPERIENCIA ENVIDIABLE. ! LÁSTIMA QUE YA SOMOS UN POCO VIEYINOS ! ESPERAMOS IMPACIENTES TUS NOTICIAS.
UN ABRAZO, JUANIN
Gracias Luis!! un beso!
hoy he aprendido algo nuevo,puesto que yo pensaba que Iquitos pertenecía a Brasil.muy bonito todo y disfruta de todas esas frutas desconocidas, yo solo conozco el zapote de las que has enumerado,aquí lo hay en canarias. gracias Juan!!! por cierto… se parecen mucho tu padre y tu. SIGO VIAJANDO CONTIGO. un abrazo
mmmm que rico es el Zapote!
Un abrazo Hilario, me alegro de tenerte como compañero de viaje!
Enhorabuena por tus 365 dias de felicidad de la que siempre nos contagias un poco. Sigue disfrutando.
Me encanta que tu padre pueda compartir contigo unos dias de tu viaje.
Besos para los dos.
Muchas gracias Nati!! la verdad que ha sido toda una experiencia padre hijo! un beso!
Feliz año viajero! Que bueno poder compartir unos días con tu padre! Que siga todo bien! Por cierto, como me gustan las fotos nocturnas que haces! Me gustaría que me pases algunos datos de como lo logras (apertura, velocidad?).
Abrazo Juan
Gracias!! pues seria largo de explicar por aqui…depende de las situaciones a las que te enfrentas en la noche…pero probando se aprende! tu pon diafragma en manual (porq si no el autofocus se volvera loco y no sabra donde enfocar), ponle un diafragma abierto y ponle una velocidad lenta con el iso máximo que puedas. Si necesitas mas de 30 segundo para disparar, necesitaras un mando externo para poder disparar en Bulb, y ademas la estrellas empezaran a verse movidas… es largo de explicar, ojala un dia pueda hacer un curso online de foto! abrazos!
Con eso me alcanza Juan para empezar a buscarle la vuelta. Muchas gracias por tu respuesta!
Que fotos más bonitas e impresionantes, sobre todo la última es preciosa.
Un gustazo poder seguirte.
Saludos.
Muchas gracias!! el gusto es mio de que me acompañes!
Un saludo!
Cuando veo las fotos del cielo al anochecer que retratas, entiendo la fascinación de esas gentes en su pasado, por todo lo que venia del espacio, por sus dioses y ceremonias.
Es alucinante un cielo tan descontaminado de la luz artificial.
Tienes que estar gozando la aventura a lo máximo, que envidia sana me das, me alegra que disfrutes unos días en compañía de tu padre, son días para recordar.
Cuidado con los bichos, cuanto mas pequeño, mas malo…jajaj
Continuo viaje contigo, abre camino, un abrazo y mucha suerte.
Gracias a ti Jose!! un abrazo!
Viajé! Y me gustó mucho la foto de Erick.
Felicitaciones por las primeras 365 noches!
Muchas gracias! Me alegro de sentir que aun viajas conmigo! sonrisas!
Como siempre divino Juan! Que maravilla de Wimba!
Gracias Joana!
Hola Juan mi novio y yo estamos planeando un viaje a Iquitos y quería saber dónde usted se quedó en el Amazonas?