Reencuentro con los Andes
La última vez que vi las nevadas cumbres de los Andes fue desde la ventanilla de un avión. Dejaba atrás Ushuaia para continuar mi camino desde Buenos Aires hacia Brasil atravesando Uruguay. De esto hace ya 7 meses.
Una carretera del altiplano con el infinito lejano me lleva hacia la Paz. Las cumbres nevadas aparecieron de repente sobre el horizonte, confundiéndose entre las nubes los picos asomaban firmes mirando al cielo. Una inmensa sonrisa se extiende en mi cara, detengo la bicicleta y disfruto con el encuentro.
La paz se presenta desde lo alto como un alboroto de casas de ladrillo sin terminar. Metido en una inmensa olla se apretujan las viviendas que comienzan a invadir las paredes buscando un lugar donde establecerse. Miro hacia abajo impresionado, por un momento pienso en no descender a la ciudad, pero se que me espera un lugar donde descansar.
Sigo mirando hacia las montañas a cada rato, las echaba tanto de menos… siento la necesidad de ir a saludarlas en persona y como un impulso instintivo, sin pensar realmente en lo que iba a hacer, contacto con un guía de montaña para ascender a la cercana montaña del Huayna Potosí, 6088msnm. Estoy expectante.
Nunca he escalado una montaña de esta altura, pero tengo claro que quiero hacerlo.
Ascendemos desde el pie de la montaña hasta los 5300 msnm. Un camino entre rocas que el glaciar ha ido rompiendo con el paso de los años y que nos lleva hasta un pequeño refugio donde pasaremos la noche. El glaciar acompaña nuestra ascensión por nuestra izquierda, quebrado en millones de grietas se puede apreciar perfectamente su camino de retroceso en los últimos años.

Juan mi guía asciende delante de mi hacia el refugio donde pasaremos la noche. El glaciar nos acompaña a la izquierda.

El padre de Juan nos espera en el refugio donde dormiremos. Tiene sopa caliente para cuando llegamos.
El tiempo es perfecto, el sol acompaña esta primera jornada en donde tomo contacto con la altura de un modo rápido. No hay tiempo para aclimatarse, mañana intentaremos hacer cumbre.
La altura no me deja dormir, y cuando suena el despertador a las 00:00 de la noche, no he descansado nada. Me duele la cabeza y me siento un poco mareado. Un té y un trozo de pan con mermelada me hacen afrontar la noche con optimismo. Me visto, me pongo los crampones y me ato a mi guía Juan. Estamos listos para comenzar la ascensión.
La noche esta vestida de estrellas y avanzamos tranquilos entre las grietas del glaciar. Mi linterna frontal alumbra al suelo, sigo los pasos de Juan a un ritmo tranquilo. No se oye nada, tan solo el crujir de los crampones en contacto con el hielo. Pasos cortos, continuos, y de vez en cuando una breve parada para reposar.
Cuando miro a un lado y veo perderse la luz en la oscuridad del precipicio agarro la cuerda con mi mano derecha, mi piolet con la izquierda, y me siento seguro. Las luces de la Paz brillan a lo lejos bajo las montañas, las estrellas intensas sobre nosotros. Estamos optimistas, esperamos llegar a la cumbre justo al amanecer, y promete ser unos de los mejores amaneceres de mi vida.
No somos los únicos en subir a esta montaña y pequeñas luces en fila avanzan dirección a la cumbre.
Siento latir con fuerza mi corazón bajo las capas de abrigo, pero me siento bien, pletórico, feliz. La respiración requiere de concentración para mantener el ritmo, y siento como mis pulmones se hinchan al máximo para aprovechar todo el oxigeno de cada bocanada.
Estamos a 5800 msnm y la montaña se hace ahora más vertical. Afronto estas paredes de hielo con optimismo gracias a la seguridad de estar unido con una cuerda a Juan, un guía que ha ascendido la montaña en cientos de ocasiones. Clavo el piolet, las puntas de los crampones y hago fuerza para ascender un paso más. Cuando giro mi cabeza para ver el entorno mi linterna se pierde en la oscuridad del vacío, aprieto con fuerza el piolet, y solo pienso en ascender.
Hemos llegado hasta una estrecha cresta que nos conducirá hacia la cima, nos quedan escasos 200 metros de desnivel para alcanzar la cumbre, son las 4:30 de la madrugada. En cierto modo agradezco que sea de noche, creo que si el sol estuviera brillando y la claridad fuera completa, caminar por esta cresta se me haría mucho más difícil… a mi derecha cae una pared de hielo hasta 300 metros más abajo, a mi izquierda otra pared de piedras y hielo llegan hasta donde hace dos horas escuchaba crujir mis crampones al caminar.
El viento comienza a despertar y el frío se hace intenso.
Otra pared de hielo que debemos ascender en diagonal. Por un momento me siento patoso y no consigo moverme con fluidez. Escalando en roca uno siente el tacto con la piedra, la acaricia y se siente seguro. Mueves tus pies en busca de un pequeño saliente para impulsarte hacia arriba, y equilibras tu peso para seguir avanzando. Ahora llevo puestas unas botas plásticas con los dedos de los pies congelados, clavo las puntas delanteras de mi crampón en el hielo, y no tengo el tacto de saber si lo he hecho bien. Hago un poco de fuerza para probar mientras agarro con fuerza el piolet por si acaso se saliera mi pie. Miro hacia arriba y veo a Juan atento a mis movimientos, no habla, solo me observa con la cuerda entre sus manos listas para detener una caída.
Esto es lo que quería, sentir la montaña, la tengo dentro de mi en estos momentos, peleamos amistosamente como si de un juego se tratase – Déjame llegar hasta arriba- le digo bajito…
Ahora la cresta se hace mas estrecha, son los últimos pasos para alcanzar el punto más alto de esta montaña de 6088 msnm, el Huayna Potosí. Las nubes aparecen de pronto desde los valles y nos tapan por completo. Comienza a nevar levemente mientras damos nuestros últimos pasos, son las 8:30 de la mañana, esta amaneciendo y no vemos ni a dos pasos por delante de nosotros, sigue todo oscuro.
Cumbre.
Rodeado de nubes las paredes de hielo que caen hacia el valle se esconden en un perfecto degradé. Me encuentro en un estrecho espacio de nieve en lo más alto de la montaña que me hace sentir pleno. Hace mucho frío, pero no me importa. Siento como el viento y la nieve chocan contra mi ropa acartonada por el frio. Por un momento la nubes dejan ver los valles a mis pies, miro a Juan, mi guía, y con una sonrisa le doy las gracias.
Estoy completamente feliz.
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Que ilusion y tristeza me ha hecho leer la subida al huayna potosi, ya que no pude llegar a la cima a causa del clima !! 😦 , me alegro que llegaras, que montaña mas impresionante!!
Qué grande Juan. Lo que me ha extrañado es que no lo hayas hecho con Makalu. Eso sí habría sido impresionante….
Gran Juan!continua desfrutando tu Linda viajen!abrazo jose
Impresionante Juan! Gracias por tomarte el tiempo de compatir tus odiseas con todos los aventureros y no que estamos acompañándote. Abrazo.
Es un verdadero placer viajar con todos vosotros!! Gracias a ti!
muy buena crónica y muy buen video, sigue así juan 😉
Muchisimas gracias Chivolocol!!
Que bonito!!! Sigue!!! Un saludo. Joana.
Muchas gracias Joana! un saludo para ti también!
Simplemente increible Juan!!!!!!!
Muchas gracias André! es todo un orgullo para mi que te guste!!
Increíble!!Sigues dándolo todo aun con climas no tan llevaderos. Pero las fotos siguen siendo mágicas, inspiradoras y levantadoras de ánimo en la rutina de oficina.
Feliz año y nuevos kilómetros!
Muchas gracias Sandra por este mensaje!! gracias por acompañarme!
Enhorabuena por tan bella aventura. Por curiosidad : que cámara de fotos llevas?? Las fotos son impresionantes, aparte del tratamiento que después haréis de las mismas… Gracias por tu respuesta y ÁNIMO CAMPEÓN !!!!
Hola Juan Carlos muchas gracias!! puedes ver aqui la equipación: https://fisterrabicicleta.com/equipacion/
Fotografías espectaculares y textos que llegan.
Hay días que apetecería perderse por ahí
Si me lo permites, te acompaño : )
Saludos!!!
Muchisimas gracias por acompañarme Milty!! eres más que bienvenido!
Tienes mas HUEVOS q el caballo de Espartero!!!!!!!!!!! Y además lo cuentas de una manera MARAVILLOSA.Eres un gran narrador. Un fortisísimo abrazo y PALANTEEEEEEEEEE.
Tu tío Oscar
desde luego…… que cara de felicidad en el video y que envidia. que lo sigas disfrutando
Un abrazo Hilario, desde luego que si, siempre felices!!