Mar Caribe, hacia un nuevo continente.
Histórica. Una puerta con el resto del mundo durante siglos que hoy conserva parte de su arquitectura colonial por sus estrechas calles empedradas. Balcones construidos en madera y fachadas de colores vivos que dan luz y alegría. En el interior de las casas los patios están custodiados por altas palmeras que sobresalen por encima de los tejados… la brisa del caribe, siempre presente, penetra en los gruesos muros que protegen la ciudadela y silva entre los cañones que se asoman hacia el mar.
Son todos los ingredientes para haberse convertido en un auténtico oasis turístico dentro de la costa caribeña de Colombia.
Existen dos “Cartagenas” más, que junto con ésta, la más conocida, conforman la totalidad de Cartagena de Indias en este siglo en el que vivimos. Todo un contraste de barrios, clases sociales y seguridad dentro de la misma ciudad.
Desde aquí solo tengo dos opciones para cruzar a Panamá, por mar o por aire. El estrecho de Darien corta las Américas en dos sin dejar posibilidad de cruzar sus espesas selvas por tierra. Decido viajar por mar, asi que me dirijo al puerto para encontrar un barco y navegar por el Caribe hasta la costa Panameña.
Después de tres días plantado delante del náutico hablando con todos los capitanes que voy encontrando en el camino, conozco a Glenn.
A sus cincuenta y muchos años de edad dejó su trabajo en Canada como doctor Otorrino para viajar a favor del viento. Compró su ultimo velero en Bocas del Toro, y desde hace algunos años es dueño del Windquest, un barco del año 74 con 14 metros de eslora. Su interés no reside en ganar dinero llevándome en su travesía, por lo que solo tengo que cubrir los gastos de permisos, gasoil y comida. Estoy a bordo del Windquest.
Un problema con algunos papeles hace que el zarpe se retrase una semana de lo previsto, y durante los siguientes días vivo con Glenn y Eva disfrutando de la vista de Cartagena desde el mar.
Eva es una joven Colombiana de isla Fuerte que se cruzó con Glenn cuando visitaba su isla. Su risa es contagiosa, su personalidad inquieta, y desde entonces viajan juntos.
A lo largo de los días, mientras íbamos y veníamos de coger agua para llenar los depósitos de nuestra casa flotante o elegíamos algo rico para cocinar en el supermercado, fuimos encontrando más viajeros que querían cruzar como yo hasta Panamá. Guiados por sus sonrisas aceptamos subirlos a bordo y disfrutar de su compañía durante la travesia.
Nico, Arthur, Alice, Manon, Ezequiel, Eva, Glenn y yo. Ya estamos listos, y zarpamos rumbo Panamá.
La solicitud de zarpe no es fácil conseguir y finalmente lo hacemos a las 14:00. El atardecer nos acompaña mientras aun seguimos dejando atrás la bahía de Cartagena. Estamos con ganas de navegar, el mar esta calmado, el cielo precioso, nuestras energías más positivas que nunca.
Las olas se van levantando poco a poco justo cuando salimos a mar abierto, el sol ya se ha escondido y los últimos rayos de luz se van despidiendo entre los primeros bandazos del barco.
Nico y Arthur son dos jóvenes franceses de 23 y 21 años respectivamente que vienen de un pequeño pueblo cercano a los Alpes. Viajan con una mochila enorme a sus espaldas recorriendo algunos lugares de Sudamérica. Viajaron en furgoneta por el norte de Chile, y ahora abandonan Colombia para viajar a Costa Rica.
Ezequiel es un argentino con corazón de oro que comenzó hace más de un año su viaje con mochila. A sus 28 años ya ha recorrido todos los rincones de Sudamérica financiándose gracias a su creatividad. Malabares, espectáculos de payaso, artesanía… no hay nada que le haga mirar atrás y continua avanzando en su viaje hacia Mexico. Desde Quito, Ecuador, cambio sus botas por los pedales y ahora viaja en una bicicleta construida por el mismo.
Manon y Alice tienen 23 años. Son dos chicas de la capital Francesa que poco tienen que ver el perfil parisino. Viajan por algunas semanas con sus mochilas a la espalda antes de regresar a sus estudios con la cabeza puesta en el siguiente viaje. Su buena energía es una maravillosa compañía a bordo.
Bueno pues el barco comenzaba a moverse os estaba contando… y siguió moviéndose. Sin darnos cuenta la noche estaba completamente negra, más negra que nunca, y el viento parecía esta enfadado con nosotros, o quizá solo quería saludarnos, pero las olas se levantaban chocando contra el Windquest fuertemente. Nos zarandeamos de un lado a otro mientras avanzamos lentamente en la oscuridad. De pronto Glenn me grita unas ordenes que no soy capaz de comprender a la primera, pero me hace el gesto con su brazo de que mueva la manivela que recoge la vela, asi que allí me lanzo, a darle vueltas con todas mis fuerzas a la manivela mientras Glenn suelta lentamente la cuerda que tensa la vela.
(Hablo en términos completamente caseros porque no tengo ni idea de los nombres técnicos, y asi lo entendemos todos)
Las olas me mojan entero mientras agarrándome con mi mano izquierda y haciendo fuerza con las rodillas puestas en uno de los asientos, recojo la vela que parece infinita. El viento la mueve en todas direcciones como queriéndola arrancar, me duele el hombro… pero sigo hasta el final. Miro a Glenn y me sonríe por mi buen trabajo, mientras una ola me lanza contra la rueda de timón.

Escuchar el sonido del barco romper contra el mar es una banda sonora que no quieres dejar de escuchar nunca.
Ezequiel y Nico no soportan más el mareo y agarrados como pueden a lo primero que pillan asoman sus cabezas por la borda. Alice, aun no se de que modo, prepara sándwich de aguacate en la cocina mientras el barco llegaba a más de 35 grados de inclinación con cada bandazo.
Las sonrisas de unas horas antes se convierten en concentración absoluta por sobrevivir al malestar y al sueño que poco a poco comienza a adueñarse de nosotros.
Una mágica luz que solo el mar puede ofrecer al amanecer, nos despierta con la calma de un mar suave. El olor a café invade el interior del barco y poco a poco nos vamos reuniendo todos en la cubierta. Los ojos cansados miran al horizonte entre reflexivos y somnolientos, Glenn sigue al timón con una taza de café recién hecho en la mano.
El día pasa tranquilo mientras navegamos hacia isla Fuerte, donde soltaremos ancla para disfrutar con la familia de Eva.
Nos acercamos a la costa esquivando los arrecifes que protegen la isla. Una lancha se acerca a nosotros para guiarnos hacia la costa. – ¡Mira es Eva!- grita un de ellos cuando la vé. Todos se conocen, la isla tiene escasos 2 kilometros de largo y ordenadamente se distribuyen las casas de las aproximadamente 2500 personas que habitan en ella. La familia de Eva nos recibe en su casa con un abundante almuerzo a base de pescado, patacones y arroz que devoramos gustosos tras haber recorrido la isla en busca del árbol que camina y la cueva del pirata Morgan.
Alzamos velas y volvemos a navegar. Esta vez ya hemos aprendido la lección y antes de llegar a mar abierto ya hemos dejado preparada una olla de arroz y otra de espaguetis para no pasar hambre por mucho que se mueva el barco.
Los días a bordo pasan despacio, y a la vez volando. Conversamos, leemos, nos tiramos cubos de agua por la cabeza, cocinamos, freímos a Glenn a preguntas sobre navegación…y de pronto se escucha en la cubierta – ¡¡Delfines!! ¡¡hay delfines!!- todos salimos a ver a nuestros visitantes que nadan a toda velocidad en la proa del Windquest. Saltan, se cruzan entre ellos, van de lado a lado, nos muestran su blanca panza… y de pronto saltan 6 a la vez frente a nosotros. Golpeamos el casco del barco para saludarlos, estamos extasiados y gritamos juntos entre risas y “ohh” que lanzamos al unisono. – that´s a good signal- grita Glenn desde la rueda de timón. Pasamos más de 40 minutos atravesando juntos el mar caribe, tras la excitación, nos sentamos con los pies colgando hacia el agua y tranquilos disfrutamos mirando danzar a nuestros amigos en el agua.
Las primeras islas del archipiélago de San Blas comienzan a verse en el horizonte. Sus palmeras se perfilan con el cielo y su arena brilla con el sol que cae completamente cenital. El color del agua es azul oscuro debido a los más de 60 metros de profundidad que aun tenemos bajo nuestros pies, pero cuando la panza del barco golpea la superficie del mar se distingue en el agua que salta los matices de un color celeste oscuro atravesados por la luz del sol. Junto a las islas, donde el color se convierte en algo completamente mágico, los corales se dejan ver a 20 metros de profundidad en un agua cristalina de un color turquesa.
Poco a poco vamos sorteando las rocas y arrecifes para ir navegando entre las 365 islas que componen este archipiélago paradisiaco. Solo 80 de ellas están habitadas por los indígenas que viven en esta parte del planeta desde hace muchos cientos de años atrás, los Guna. (En muchos lugares lo veréis escrito como Kuna, pero como en su lengua no se pronuncia la “k” se ha derivado a Guna, a pesar de que se siga pronunciando como kuna.)

Las embarcaciones de los Guna Yala son canoas talladas en madera de una sola pieza e impulsadas por una vela.
Por fin se escucha el sonido del ancla golpear el agua, y en cuestión de segundos ya estamos saltando al mar. Nadamos hasta una isla desierta que esta a unos 200 metros. El mar ha ido depositando gran cantidad de plásticos en su costa, pero no hay mal que por bien no venga, cogemos unas sandalias de cada pie que encontramos por ahí y ya podemos caminar tranquilos por sus rocas. Inmensas caracolas pueden encontrarse por todos los rincones, cocos, fosiles de coral… dar la vuelta completa a la isla no me lleva más de 10 minutos paseando.
Mientras abro un coco con mi navaja en la cubierta del Windquest, Glenn comienza a hablar de repente… “Mirar a vuestro alrededor, hay personas que gastan toda su vida trabajando estresados en una oficina para poder disfrutar de un momento asi 15 días al año. Yo me di cuenta tarde de que la vida se puede vivir de un modo diferente, de que se puede disfrutar, y os miro a vosotros, jóvenes que sabeis sonreírle a la vida, y soy feliz de estar aquí con vosotros y compartirlo…” nos miramos entre nosotros con una sonrisa pero sin saber que decir, mientras Glenn en silencio se levanta, se acerca a la orilla de la cubierta y sin dudar un instante salta al agua. Explotamos en aplausos, risas y alabanzas por el momento que acabábamos de vivir, una lección de vida que salió de su corazón de un modo espontaneo, lo sintió desde lo más profundo y lo compartimos con él saltando al agua del caribe frente a una isla desierta que en ese mismo instante nos pertenecía.
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Uau… que hermosa su viajen!!! Me gusta mucho y en el proximo año voy tambien hacier una viajen en bice. De Brasil hasta Colombia!!! Me gusta mirar como es hermoso este pais, Colombia!!!
Buen camino…buen viajen!!!
Hola Juan, hace tiempo que no te dejo comentarios pero te sigo continuamente. Hecho de menos la bicicleta pero reconozco que son espectaculares las vistas y la esperiencia náutica es maravillosa. Hoy desde la costa mediterránea en una cala entre Altea y Calpe te deseo que disfrutes mucho en Panamá y nos envíes muchísimas imágenes y sensaciones vividas, gracias .
Te echabamos de menos, Juanin. Preciosisimo el envío de hoy. Esperamos con impaciencia el próximo. Y gracias por todo lo que nos enseñas. De las fotos no tengo palabras. Una maravilla. Un montón de besos y abrazos.
Muchas gracias Luis! agradezco siempre mucho tus palabras! Intento escribir lo más seguido posible pero no siempre es posible…
Un abrazo desde Panamá
gracias por hacernos sentir estresados y cansados de nuestra monótona vida…pero te lo digo de buen rollo, me encanta evadirme unos minutos…por cierto, guapetonas tus compañeras de viaje!
Hola j
Es un placer hacerte evadir un rato para viajar conmigo, gracias por acompañarme!
saludos
Hi master , hemos gozado tu relato y tus fotos mientras tomamos desayuno con Frank, bajo un cielo gris cargado de agua en nuestro Woodford NSW, que delicia de viaje, que delicia de clima, que delicia flotar en sus aguas, merecido break!…
Mi predilecta alumna, como me alegro cada vez que me dedicas unas palabras! me encanta ver tu felicidad en tus fotos y comentarios que publicas, mucho!
Gracias por seguir viajando conmigo! un abrazo!
hola juan, es de admirar todo lo que haces, es bonito saber y poder viajar a traves de tus relatos y travesías. la verdad no dejo de admirarte…………
Muchas gracias Karen! me encanta saber que sigues el viaje conmigo! un abrazo!
Hola Juan , es maravilloso tener la posibilidad de viajar por medio de tus hermosas fotografías , sobretodo cuando te recuerdan lugares por que he pasado, gracias y buena ruta.
Que gran alegria sentir que viajas conmigo Juan Carlos, si has conocido San Blas, entenderás muchas cosas del post… Saludos!
Hola Juan, it was a pleasure having you onboard WINDQUEST. Perhaps we will meet again, on different waters, in the years to come. Thank you for the wonderful photos, you seem to do magic with your camera. Enjoy your travels through Canada, it is a great and beautiful country. Glenn.
Thanks Glenn, it was a really pleasure for me sail with you. I hope to see you everywhere, i will be ready to be on board!
Good winds for you capitan!!
Juan, enorabuena por tus crónicas y por lo buenos relatos y fotografías, ¡qué buenas son!
De este post me ha llamado la atención la historia de Glenn, yo soy de estos majaretas que «malgasta» la vida en una oficina tal como lo describe él, y siento que se me escapan instantes para hacer un buen viaje con mi bici, me gusta taaanto viajar en bici y sólo lo disfruto dos o tres semanas al año y no dejo de pensarlo en los 350 días restantes…
Muchas gracias Abel, agradezco mucho tu comentario!
Yo siempre digo que las cosas solo hay que quererlas para llevarlas a cabo!!
Un saludo y muchos kilometros de bici para ti!!
Hola Juan te sigo desde hace poco, pero me encantan tus fotografías y tu historia. Sigue contándonos cosas y mandando esas maravillosas fotografías. Te mando muchos ánimos desde el pueblo que esta al lado del de Miguel Indurain, seguro que alguna fuerza te dara para pedalear. Mucho animo.
Muchas gracias Alberto! bienvenido seas a este viaje!! En un placer sentir la compañia de la gente!
saludos!
Gracias loco, que buenos videos, los miro siempre con mi novia.
Un saludo Franco!! muchas gracias!
Hola Juan !
Buenísima historia de tu travesía y aventura hacia el norte. Gran reflexión del capitán. Una lección.
Bien viaje !! Acá les voy contando a mi familia de tu viaje de vida.
Hola Gabriel muchas gracias!! me alegro que viajemos juntos! un saludo a ti y tu familia!
Hola Juan, con el gusto de leerte y verte de siempre. Que maravilloso viaje! En los tiempos que anduve con la mochila estuve en Costa Rica. Te recomiendo que recorras todo lo que puedas este país. A mi me enganchó mucho una playa en el Pacífico llamada Montesuma. Espero todo siga fluyendo bien. un fuerte abrazo y pura vida!
Un saludo Ramagm! viento en popa a toda vela!!
Gracias!!