Florianópolis
Pedaleo con mi bicicleta cargada entre una inmensa masa de autos que tratan de avanzar por la saturada carretera de acceso a la ciudad. Estoy llegando a Florianópolis, capital del estado de Santa Catarina, una isla con más de 100 playas escondidas entre sus verdes montañas.
Aquí me esperan dos personas. Aline, un contacto de Warmshower que me presta su casa y su energía para recibirme en la ciudad y André Paiva, un magnífico fotógrafo de mente inquieta que contacta conmigo a través de mis fotografías de Instagram.
Siempre es agradable ser recibido cuando llego a una ciudad, el caos de las aglomeraciones citadinas es algo que me descoloca y pedalear con un rumbo fijo en estas ocasiones me relaja y alegra.
André me espera en la ciclovía que recorre la costa oeste de la ciudad con la cámara de su teléfono dispuesta a inmortalizar mi llegada, y por supuesto con una sonrisa que renueva las energías de cualquiera. Mientras saboreamos un exquisito café nos ponemos al día de todo como si se tratara de una amigo que hace mucho tiempo que no veo. Hablamos de mi viaje, de su cercano proyecto de recorrer la carretera Austral a pie, de fotografía, de ganas de vivir…
Con él recorro los rincones de esta ciudad que aun preserva, aunque pocos, algunos recuerdos de lo que fue la época colonial.
Cuando el sol se está ocultando por el lado continental de la isla me encuentro con Aline. Vestida de oficina con su bicicleta desmontable sale de su trabajo para recibirme. En cuanto llega a casa se viste con ropa deportiva dispuesta a salir a correr por el mar, pedalear, caminar, jugar voleiball, remar… no se de donde saca la energía esta mujer! Después llega a casa para revolver la cocina entera y preparar algún delicioso plato vegetariano que saboreo con gran devoción.
Después de algunos días de paz, comienzo a echar de menos a Makalu. Preparo mis alforjas y me encamino a recorrer la isla.

Adauto me paró en la carretera, me invito a pasar a la casa y me corta unos platanos para el camino.
Fuera de la moderna y alborotada ciudad, Florianópolis se presenta como un paraíso de playas turísticas y salvajes, naturaleza y tradición pesquera.

Arreglar las redes lleva mucho tiempo. Con el palo de la boca miden la distancia exacta entre cada nudo.
Habían sido muchos los buenos comentarios acerca de este lugar, y ahora lo comprendo, no se exactamente que hace sentir la isla con esta pasión, pero se deja querer.
Fuera de los grandes edificios que ensucian algunas de sus costas, me introduzco por caminos que llevan a playas donde el verde de las montañas acaba sobre la arena.
Lugares donde la pesca artesanal aun sigue siendo un modo de vida y subsistencia, una última generación de hombres y mujeres con sabor a mar que reparan sus redes de nylon en el puerto sin tener a nadie a quien poder mostrarle su oficio como un día ellos lo aprendieron.
Me quedo un gusto de quiero más!
Me esta siendo muy dificil dedicarle más tiempo a la escritura, la gente en Santa Catarina es tan agradable que no puedo rechazar vivir más experiencias de las que después puedo contar!