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La última frontera, Alaska.

23 julio, 2015

Cruzo el río Yukón en un pequeño ferry que el gobierno ofrece gratuito durante los meses de verano en los que su caudal no está congelado . Desde la otra orilla, dejando atrás Dawson City, se alza hacia las montañas el camino que nos llevará hasta nuestra última frontera del continente americano, la Top of the world highway.

Poco más de 100km nos separan de la línea con Alaska y nuestro exceso de confianza, o quizá nuestra excitación por alcanzar la última frontera, nos hace no poner atención en lo que tenemos por delante las siguientes jornadas.

Calculamos no más de dos días de viaje hasta allí. Estamos optimistas, fuertes y motivados, asi que cargamos las bicicletas de agua y comida y dejamos atrás la ciudad protagonista y testigo de la fiebre del oro a finales del siglo XIX.

El camino de tierra sube desde la orilla del Yukón casi en línea recta hasta lo alto de las montañas durante más de 14 km. Las intensas lluvias de los días anteriores han convertido el camino en un barrizal y nuestras bicicletas, pesadas y patosas, se pegan al terreno haciendo del ascenso algo penoso.

La situación nos pilla desprevenidos ya que los últimos días remando en la canoa y otros tantos descansando en la ciudad no han sido un buen ejercicio de calentamiento para enfrentarlo, y nuestra mente, la herramienta más importante, se sentía ya victoriosa ante esta hazaña a punto de culminar.

Tatatoca se queda pequeña ante estos paisajes de infinitos horizontes montañosos.

Tatatoca se queda pequeña ante estos paisajes de infinitos horizontes montañosos.

Los frecuentes incendios del verano dan paso a estos maravillosos paisajes en los que la fireweed (hierva del fuego) es la primera en crecer.

Los frecuentes incendios del verano dan paso a estos maravillosos paisajes en los que la fireweed (hierva del fuego) es la primera en crecer.

Las nubes, pesadas y oscuras, surcan el cielo atormentándonos a una velocidad asombrosa y descargando intensas lluvias repentinas sobre nosotros. Nos obliga a agachar las cabezas humillados, mirando hacia nuestras ruedas hundidas en el barro mientras las gotas escurren por nuestros chubasqueros.

Tres horas nos lleva alcanzar la cumbre. Sonreímos al ver los valles a nuestro alrededor y, satisfechos por el esfuerzo, paramos a comer bajo un pequeño techo que encontramos en el lado izquierdo del camino. Estamos cansados, pero contentos al imaginar que desde aquí ya solo nos quedará llanear por las montañas, e incluso bajar, hasta la frontera con Alaska. Así que sacamos nuestros sacos de dormir, y mientras la lluvia se estrella contra el techo de aluminio, dormimos una siesta.

Valles, muchos valles.

Valles, muchos valles.

Top of the world highway.

Top of the world highway.

Esto no ha hecho más que comenzar. Las montañas no se acaban nunca frente a nosotros y el camino, que parece bromear con nosotros a un juego que solo le divierte a él, nos lleva arriba y abajo a través de empinadas pendientes. El viento nos golpea fuerte por el lado izquierdo, no se si es el norte, el sur, el este u oeste, aquí el sol se mueve despacio por lo alto del cielo la mayor parte del día y mi orientación no sabe hacia donde mira. La pendiente cada vez se hace más fuerte hasta el punto de parecer una auténtica artimaña de la naturaleza que nos pone a prueba antes de poder gritarle al cielo que alcanzamos la frontera.

Bea esta teniendo problemas con su rodilla desde hace algunos kilómetros y apenas puede hacer esfuerzo sobre la bicicleta, así que en algunos tramos ha de bajarse y caminar cuesta arriba empujando a su recién bautizada “Menijils”. El horizonte comienza a dibujarse curvo bajo las nubes en lo alto – esta vez tiene que ser la última montaña- me digo mientras el viento silva en mis oídos.

Y desde la redondeada cima, efectivamente, hemos alcanzado la última cumbre. Al menos de Canadá.

Bea está teniendo problemas con su rodilla y las cuestas más pesadas debe subirlas empujando la bicicleta.

Bea está teniendo problemas con su rodilla y las cuestas más pesadas debe subirlas empujando la bicicleta.

La frontera con Alaska asoma finalmente tras la cumbre de una montaña.

La frontera con Alaska asoma finalmente tras la cumbre de una montaña.

Sin apenas darme cuenta estoy pasando la frontera con la que tanto tiempo soñé los dos últimos años de mi vida, estoy entrando en Alaska.

Llegué a imaginar en algún momento del viaje que esto sería el máximo éxtasis del periplo, que un inmenso tsunami emocional me invadiría al cruzar la línea imaginaria que cruza estas montañas en las que me encuentro ahora, y en cambio, contrariamente, confirmo mientras me dejo caer hacia los valles con Tatacoa, que la recompensa del viaje la he ido recogiendo en el trayecto.

Alaska era la dirección, no el destino.

Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala, Mexico, EEUU, Canadá… Todos y cada uno de ellos han sido mi destino durante estos 29 meses. Cada día, sobre mi bicicleta Makalu primero, y sobre mi actual Tatacoa, llegaba a nuevos destinos que el camino me ofrecía. En realidad he tenido más de 900 diferentes viajes en este largo camino por las américas. Más de 900 días viajando en una bicicleta.

Eduardo, Gustavo, Inés, Julio, Carlos, André, Juana, Eli, Maria Fernanda, Marcelino, Federico, Guillermo, Mariel, Mariana, Pascual, Gunnar, Dwaine… Cada uno de ellos, por nombrar solo una venteaba parte del total, han sido la verdadera recompensa del trayecto. Sonrisas que, no en vano, se cruzaron en mi camino. Un álbum de enseñanzas y recuerdos que me han hecho crecer, observar y compartir.

Pocas veces se me ocurre sacarme una foto delante de un cartel, pero en esta ocasión no he podido evitarlo!

Pocas veces se me ocurre sacarme una foto delante de un cartel, pero en esta ocasión no he podido evitarlo!

Sorprendentemente para mi aun hay muchas personas que viven de buscar oro en los ríos. En esta foto tan solo juegan a encontrarlo a modo de atracción turística.

Sorprendentemente para mi aun hay muchas personas que viven de buscar oro en los ríos. 

Chicken es una pequeña poblacion de antiguos mineros. No tienen ninguna tienda para comprar comida pero en su café nos invitan a un grandioso plato de jugosa carne a la brasa y pasteles! Thank you Curly!!

Chicken es una pequeña poblacion de antiguos mineros. No tienen ninguna tienda para comprar comida pero en su café nos invitan a un grandioso plato de jugosa carne a la brasa y pasteles! Thank you Curly!!

Al cruzar la frontera no se ha terminado aun el periplo final. Las montañas continúan durante 200 km más, y sin comida y mucho cansancio avanzamos lentos y reflexivos hacia la ciudad más próxima.

Abro los ojos dentro de la carpa a las 8:50 de la mañana y el sol ya brilla intenso afuera. Asomo la cabeza abriendo un poco la cremallera de la puerta y veo una manada de Caribus pastando a escasos metros de nuestra tienda. Hincho mis pulmones con el aire frío que baja directo de las montañas, sonrío y le grito al viento -¡Buenos días Alaska!-

From → Alaska, canadá, EEUU

18 comentarios
  1. Luis Santiago Menendez Jeannot permalink

    Quizás, como suele ocurrir, idealizasteis vuestra llegada a Alaska y os cogió con el pié – y la rodilla de Bea -cambiado. Asi y todo ahi estais. Nuestra enhorabuena. Un fuerte abrazo.

  2. Genial relato!… Por fin han llegado a Alaska tras una larga travesía, felicidades, espero con ansias su próximo post!.

    Saludos

  3. Marga Álvarez Calvo permalink

    Enhorabuena y muchas gracias por compartirlo y de alguna manera viajar con vosotros. Sois GRANDES, GRANDES.

  4. Ramiro permalink

    Que inmensa emoción que siento tras leer tu relato!!! Felicitaciones! Eres enorme! También a Bea que ha tenido el coraje y determinación de seguir a un loco lindo como vos! Un abrazo enorme y que tengas un buen reencuentro con tus seres queridos.

  5. Qué cantidad de emociones nos transmitís, además de compartir tantas estampas bellas de la naturaleza. Muchas gracias. Desconecté durante un tiempo y acabo de leerme del tirón desde Yosemite. Curioso que llames «cuestas» a verdaderos puertos de montaña, jeje. Un abrazo para ambos y a seguir contando.

  6. Mariana permalink

    Gracias por habernos llevado siempre como parte del destino, pord ejarnos soñar y aprender y viajar junto a ustedes. Salud!

  7. Flipo contigo Juan,
    Vuestro viaje es -literalmente- increible.
    Que me perdone tu madre pero os deseo que podáis seguir rodando mucho tiempo…

    Un abrazo.

    • Muchas gracias Baeza! me alegra mucho saber que estas aqui con nosotros. Un abrazo bien grande que en poco tiempo será de verdad!

  8. Ana Giménez permalink

    Felicidades Juan, Bea!!! Desde que descubrí hace meses «horizontenorte» vivo enganchada al proyecto, esperando este momento… Es una maravilla la sensibilidad que transmiten las fotos y sobretodo tus palabras, eres, sois muy grandes, y la sensación de satisfacción y orgullo debe ser increible, verdad? A seguir disfrutando y viviendo este fin de etapa con esa energía tan preciosa que transmitís. Un abrazo gigante!!!!

  9. patricia permalink

    me acabo de unir a sus viajes no los he leido todo pero igual ya estoy feliz .me encataria poder viajar algun dia igual que lo hacen ustedes de momento disfruto mucho todo lo que estan viviendo
    mucha suerte cuidense mucho.y que logren todo lo que quieran en todos sus recorridos
    suerte
    Patricia…

  10. Madre mía que chulada, te envidio enormemente (envidia sana)
    disfruta de esos maravillosos momentos.
    Por cierto que cámara usas?

    Un saludo y disfruta.

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