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No hay frío polar que Cachaça no quite.

7 agosto, 2013

Me encuentro en una gasolinera, sentado en mi casa de tela con la luz del computador frente a mi, intento escribir un post bajo la presión de la batería descendiendo…

Siempre me sorprende el cambio que se produce al cruzar una frontera, absolutamente todo se vuelve diferente, los alimentos en los supermercados, los nombres de cosas o los tipos de vehículos que circulan por sus calles, todo te llama la atención. En este caso el mayor cambio es el de idioma, estoy entrando en Brasil y de pronto por arte de magia nadie comprende lo que digo.

Dentro del presupuesto que llevo escuetamente repartido por semanas, esto es un shock en mis números, todos los precios cambian, y por tanto he de adaptar mi dieta a los nuevos valores. Lo que peor llevo es que el dulce de leche ya no es un bien popular que se puede comprar en tarrinas de litro como lo hacia en Argentina o Uruguay, ahora lo venden en pequeñas tarrinas que cuestan más de lo que mi economía puede soportar. Otro elemento que me ha hecho entristecer es el mate, había aprendido a disfrutar de esta caliente tradición Argentino/Uruguaya y aquí en Brasil el mate se sigue bebiendo, ahora se llama Chimarrão, pero tiene un sabor completamente diferente.

Por ahora me inclino por los plátanos, a menos de 1 euro el kilo, y por la mortadela en barra, que también es de lo mas económica y rendidora. Como pequeño lujo un dulce a base de cacahuete que se llama Pe de Moleque, riquísimo!

Tras mi entrada al país por la frontera de Chuy, recorro la carretera de la costa hacia el norte. En esta primera parte son cientos los camiones que me adelantan cada hora, a cada cual más rápido y a cada cual más cerca. Pero son simpáticos, justo en el momento que te están pasando sueltan un bocinado a modo de saludo que te descoloca por completo y no sabes si sonreir y saludarle cuando ves su rostro en el retrovisor o levantarle el dedo con cara de malo. Los que vienen de frente son más agradables, te dan luces y levantan el pulgar sonriendo, igual que casi todos los coches que me cruzo.

Una parada en el camino para beber cafe caliente.

Una ola polar nos sorprende entrando en este país que prometía playas y sol. Parada en el camino para beber cafe caliente.

A pocos kilómetros de Chuy atravieso la reserva del Taim, 30 kilometros de carretera recta rodeada de lagunas. Los pájaros son todos diferentes, los hay con la panza roja, amarilla o blanca, con el cuello largo, corto o doblado como serpiente, picos de colores y tamaños diferentes, patas largas, otros rechonchas, otros cantan y revolotean en manada a mi paso, otros solitarios nadan por el agua, otro grande camina sigiloso por una laguna hasta que de pronto mete la cabeza en el agua y saca no se que cosa negra. Es una pena no tener un lente para mi cámara adecuado y poder mostraros algunas de estas aves. Pero lo que me deja con la boca abierta son los Capibara, una especie de cerdos/focas que a mi paso se lanzan al agua en estampida. En realidad son roedores, los más grandes que existen, y son difíciles de observar con calma, excepto en la carretera, donde pude ver varios ejemplares atropellados…

Carlos pedalea atravesando la reserva natural de Taim con las ultimas luces del día.

Carlos pedalea atravesando la reserva natural de Taim con las ultimas luces del día.

No puedo recordar su nombre, pero este hombre, un morador de Taim, nos llevó hasta la iglesia dek pueblo para poder pasar la noche. Hacía mucho viento.

No puedo recordar su nombre, pero este hombre, un morador de Taim, nos llevó hasta la iglesia del pueblo a orillas de lago Mirim para poder pasar la noche. Hacía mucho viento.

Cubiertos por la vieja iglesia pasamos una noche entre torbellinos de arena que entraban por la mosquitera de la carpa.

Cubiertos por la vieja iglesia pasamos una noche entre torbellinos de arena que entraban por la mosquitera de la carpa.

Niños gauchos trabajando en el campo.

Niños gauchos trabajando en el campo.

Mientras continuo hacia el norte voy parando para dormir en aldeas, casas y sobre todo en las gasolineras del camino.

 

La esencia de lo rural se respira en cosas tan simples como la ropa tendida a secar al viento.

La esencia de lo rural se respira en cosas tan simples como la ropa tendida a secar al viento.

Partida de cartas en los bares de los pueblos. Nunca esta de más una cachaça al final del día. 0,60€ el vaso!

Partida de cartas en los bares de los pueblos. Nunca esta de más una cachaça al final del día. 0,60€ el vaso!

He descubierto que en esta parte, como pasan tantos camiones, son todo un lujo. Me dejan un lugar para poner mi tienda, tienen baños con ducha de agua caliente, internet…pues eso, un lujo. El único problema es que no se porque a los camioneros les da por madrugar tanto y antes de que salga el sol ya están los motores rugiendo al lado de mi oreja.

Desde Río Grande es necesario cruzar en una barca que dura escasos 30 minutos hasta San José, un pequeño pueblo de gran encanto en el que paseando por sus calles empedradas puedes disfrutar del calor de su gente. Viven mayormente de la pesca, y no conseguí descubrir por que motivo el domingo por la noche salen a bailar desde los más jóvenes hasta los más mayores. Entrar a un bailable era como estar en las fiestas de cualquier pueblo de España con la orquesta sobre el escenario, pero aquí no había orquesta, ni tampoco eran fiestas, parece que es el espíritu Brasileño.

Rincones del pueblo de San José.

Calles del pueblo de San José.

Puerto pesquero de San José

Puerto pesquero de San José

Llegando a Bujuru no encontré gasolinera adecuada para pasar la noche, asi que comencé a buscar con Carlos un lugar donde quedarnos esa noche. Preguntamos aquí y allí sin encontrar un lugar que nos convenciera del todo, hasta que preguntamos en una borraxaria (Taller)

Allí nos atendió Weymar, un hombre humilde con gran hospitalidad que nos recordó que los grandes tesoros no se guardan en el bolsillo, si no en el corazón.

Nos recibe en su taller con los brazos abiertos. "Para mi todas las personas son buenas hasta que me demuestren lo contrario..." decía.

Nos recibe en su taller con los brazos abiertos. «Para mi todas las personas son buenas hasta que me demuestren lo contrario…» decía.

Por azares de la vida, que no todos son buenos, cuida de sus dos nietos con gran pasión. Su hijo, el que más de un disgusto le ha traído en la vida, también vive bajo su vigilancia. Su hermano, sencillo, vive y trabaja con él.  Nos acoge con todo el calor que nos puede dar, y nos sienta con él a la mesa a disfrutar de un feijão exquisito (comida típica de Brasil, unas alubias negras pequeñas)

Saimon es el nieto de Weymar, y las vacaciones  de invierno las pasa con su abuelo.

Saimon es el nieto de Weymar, y las vacaciones de invierno las pasa con su abuelo.

Sariane es la nieta de Weymar, tiene 10 años y ya se encarga de muchas de las tareas en la cocina. Tiene una sonrisa preciosa.

Sariane es la nieta de Weymar, tiene 10 años y ya se encarga de muchas de las tareas en la cocina. Tiene una sonrisa preciosa.

Alli nos quedamos dos noches disfrutando de su hospitalidad y de la alegría de Saimon y Sariane correteando por todos lados. Nos dejaban caramelos en el techo de la tienda, y nos hacían dibujos de nosotros en bicicleta recorriendo el mundo. “Debe ser increíble recorrer el mundo sobre una bicicleta” decía uno de los dibujos que le regaló a Carlos, con un ciclista arriba de una bola del mundo, el sol y la luna.

Los gatos al calor del fuego en la borraxaría.

Los gatos al calor del fuego en la borraxaría.

Sariane me regala un dibujo en el que salimos todos. Carlos y yo salimos con nuestras cámaras de fotos colgadas del hombro.

Sariane me regala un dibujo en el que salimos todos. Carlos y yo salimos con nuestras cámaras de fotos colgadas del hombro.

Weymar trabaja en la borraxaria desde primera hora de la mañana

Weymar trabaja en la borraxaria desde primera hora de la mañana

Gepreto vive en la borraxaria y tiene especial tacto para cuidar de Saimon y Sariane.

Gepreto vive en la borraxaria y tiene especial tacto para cuidar de Saimon y Sariane.

No pude recordar su nombre, no ahora, si no desde que me lo dijo, asi que le apodamos "ojos azules" desde el principio.

No pude recordar su nombre, no ahora, si no desde que me lo dijo, asi que le apodamos «ojos azules» desde el principio.

"Ojos azules" nos lleva al bar que frecuenta a probar la cachaça, bebida típica de Brasil.

«Ojos azules» nos lleva al bar que frecuenta a probar la cachaça, bebida típica de Brasil.

 

Cualquier lugar es bueno para afeitarse un poco.

Cualquier lugar es bueno para afeitarse un poco.

Aprovechamos para poner a punto nuestras bicicletas y partimos camino.

No hay nada mejor que parar de pedalear pronto, comprar una cerveza, y disfrutar de los ultimos rayos del sol sobre la hierba.

No hay nada mejor que parar de pedalear pronto, comprar una cerveza, y disfrutar de los ultimos rayos del sol sobre la hierba.

Unos pocos kilómetros después Carlos se dirige hacia el oeste, va a Puerto Alegre. Yo giro al este, hacia el Océano Atlántico.

 

8 comentarios
  1. andré permalink

    Si si… una entrada increíble a Brasil! Lindo, mesclo el relato y las fotos, y lo puedo imaginar un poco de la vivência! Que bueno tenerlo aqui con nosotros! Gran abrazo Juan!

  2. andrepaiva permalink

    Si si… una entrada increíble a Brasil! Lindo, mesclo el relato y las fotos, y lo puedo imaginar un poco de la vivência! Que bueno tenerlo aqui con nosotros! Gran abrazo Juan!

  3. Tito permalink

    Creo que voy a echar de menos a Carlos….No tenéis previsto volver a juntaros?

  4. sylvain permalink

    Trop la classe hermano!!!! Jodidas de fotografias, siente los ratos de libertad!!!!!

  5. Hola, navegando por la red hemos visto tu foto de la ropa tendida al viento y nos ha encantado! Nos preguntábamos si serías tan amable de dejarnos usarla para un banner en nuestra shop online de ropa. Si quieres puedes visitarla en http://www.kmfamily.es y nos das tu feedback.

    ¡Un saludo! ¡Precioso blog!

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