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24 horas.

A las 20:30 nos desviamos por un camino de tierra que salía a la derecha de la Cassiar Highway. El French Creek, paralelo a nuestra izquierda, fluía en nuestro favor abriéndose paso por el valle con amplios meandros. Avanzamos despacio, hablando con voz alta y haciendo sonar el timbre de la bicicleta no sea que algún oso hambriento anduviera pescando por la orilla a estas horas. 300 metros más adelante el río Dease nos dejaba sin lugar para seguir y el camino finalizaba en un pequeño claro del bosque.

El sol aun se mantenía alto, escondido entre las nubes que de cuando en cuando hacían una intensa descarga de agua, y hasta las 23:30 no se perdería aun tras las boscosas montañas del noroeste.

Nos ponemos manos a la obra con el campamento. Bea se dedica a recoger y partir leña con el pequeño hacha que desde hace unas semanas viaja con nosotros y mientras yo escojo una buena cucharilla para ir a buscar la cena al río.

Lanzo una, dos, tres veces… y nada. Pero no me doy por vencido y pruebo con otro tipo de cucharilla.

– ¡¡Bea!! ¡He visto como venia una trucha detrás de la cucharilla pero no ha llegado a morderla!- le grito desde la orilla del río.

Dejando el hacha en el tronco que hacía unos segundo trataba de partir con esmero, salió corriendo a mi encuentro.

– ¡Déjame probar, nunca he pescado una trucha!- Me dice entusiasmada.

Un intento, dos… – ¡¡Ala ala he pescado algo!!-

Es la primera trucha que pesca en su vida, pero no la última, 2 minutos después pescó otro hermoso Grayling.

Después de pescar 2 cada uno encontramos que eran suficientes truchas para llenar nuestros estómagos en la cena, dejamos la pesca y nos dedicamos a encender el fuego. A ratos caía algún breve chaparrón al que no dábamos mucha importancia.

Sentados sobre un tronco secamos nuestras ropas al fuego, cocinamos las 4 truchas y bebemos té.

Una a una vamos asando las truchas al fuego.

Una a una vamos asando las truchas al fuego.

Aqui duermo hoy.

Hoy duermo aqui.

El sol golpea la carpa por el lado donde reposa mi cabeza. Me giro para ver la hora, son la 4:30 am. Estiro mi brazo para alcanzar cualquier prenda que esté a mano y tapándome la cara sigo durmiendo. Por lo menos hace buen día me digo…

Me despierto con el olor a humo de la noche anterior en mi ropa, el aroma a café flota denso por el aire como una nube y las cortezas de pino se mezclan con la intensa fragancia de la tierra mojada. Ojalá todas las mañanas de mi vida olieran así.

Bea cumple sus 8000 km pedaleando justo en el momento que regresamos al arcén, a veces imaginario, de la Cassiar highway 37. Un poco más tarde, yo cumpliré 25.000 km.

Pasamos ríos, bordeamos lagos, nos dejamos caer por los valles o ascendemos pequeños collados en busca de nuevos bosques.

Soy partidario de que la esencia de viajar reside en el concepto individual y no en el medio de transporte, pero cuando te dejas caer por la ladera de una montaña directo al espejo de un solitario lago azul turquesa y sueltas las manos del manillar de tu bicicleta para sentir como el aire acaricia tu cuerpo mientras la sombra de un águila calva se dibuja junto a la mía en el asfalto … crees que no puede existir nada mejor en este mundo.

Good Hope Lake. Podría ser el caribe si el agua no estuviera más cerca de los cero grados que de los 10

Good Hope Lake. Podría ser el caribe si el agua no estuviera más cerca de los cero grados que de los 10

Lagunas, bosques y montañas como capa superior. Dentro osos, lobos, alces, ciervos, castores y millones de pájaros entre otros habitan estas tierras.

Lagunas, bosques y montañas como capa superior. Dentro osos, lobos, alces, ciervos, castores y millones de pájaros entre otros habitan estas tierras.

Pues mas o menos asi me sentía cuando al final de la cuesta que bajaba se levantaba una subida de 400 metros hacia el cielo. Progresivamente fui cambiando las velocidades de Tatacoa a una marcha más suave y con la cabeza agachada me adaptaba poco a poco al nuevo ritmo que la carretera me imponía. Solo mi respiración continua le ponía una banda sonora a lo que estaba a punto de suceder.

Levanté mi cabeza para mirar a lo alto de la cuesta y mis ojos, en vez de encontrar la línea del horizonte, se cruzaron con los de un gran oso negro que a 5 metros de mi me miraba sin parpadear.

Todos los osos negros que hasta ahora hemos encontrado en el camino tienen una mirada bonachona, incluso tontorrona a nuestro paso. Mientras comen a un lado del camino nos miran al pasar sin el más mínimo gesto agresivo en sus ojos, pero no era éste el caso.

Desde el lado derecho de la carretera me mantenía la mirada desafiante. Mis ojos se quedaron atrapados con los suyos observando con verdadero pavor ese inmenso animal negro de grandes dientes y garras. De pronto avanzó hacia mi dos o tres pasos en señal de provocación. Mi corazón se puso a latir fuertemente en la garganta mientras mi cerebro mantenía el cuerpo rígido y estable como si nada estuviera pasando.

Sin levantar la voz pero con absoluta contundencia pronuncie el nombre de Bea, que venia algunos metros detrás de mí, para avisarla. Cuando giré mi cabeza al tiempo que decía por segunda vez su nombre, vi como ya se había dado la vuelta y a toda velocidad se dejaba caer de nuevo cuesta abajo. Yo no podía darme la vuelta, ya era demasiado tarde, mi bicicleta demasiado pesada para hacerlo rápido y cualquier movimiento brusco podría provocar el ataque de nuestro contrincante. Asi que sin quitarle la mirada continué pedaleando cuesta arriba, a 5 km por hora, agarrando el manillar con mi mano derecha mientras con la izquierda abría el mosquetón de seguridad, quitaba el seguro del gatillo y dejaba mi spray anti osos listo para disparar. En cuestión de 3 segundos había conseguido hacer todo esto… si me lo propongo ahora estoy seguro de que acabaría cayéndome al suelo.

Cuando me encontraba a unos 10 metros por encima del animal paré mi bicicleta. Un coche se acercaba y quería ver si se asustaba para reunirme con Bea otra vez, que ya se había subido la cuesta por la que unos minutos antes bajábamos a toda velocidad. Efectivamente retrocedió unos pasos con el estruendo del vehículo y aproveché para retroceder yo también al encuentro de Bea.

Desde lo lejos vimos como cruzaba la carretera y se perdía en el frondoso bosque del lado opuesto. Al parecer simplemente nos habíamos puesto en su camino.

Los osos viven en un lugar sumamente bonito.

Los osos viven en un lugar sumamente bonito.

Seguimos pedaleando con la excitación de lo vivido, la sensación de haber pertenecido por unos escasos minutos a la extrema vida salvaje donde todo se rige a cada instante en el afán de la supervivencia.

Cruzando el Blue River un pequeño camino sale por la derecha de la carretera en dirección a la orilla del caudaloso río. Nos desviamos, apoyamos las bicicletas sobre sus palos, preparamos un fuego y nos ponemos a cocinar.

De pronto un ruido extraño llama mi atención. Miro a Bea. – A debido ser el río- me dice tranquila… y de pronto aparece un inmenso alce caminando por el río a 6 metros de nosotros. Nos mira, sin dejar de caminar, y sigue su camino como intentando disimular. Nos quedamos en shock, mirando fijamente al río y viendo como el inmenso animal desaparece entre los arbustos que tapan la rivera del río. Agarro mi cámara, Bea el Spray anti osos , y salimos corriendo para verlo. Dos crías lo van siguiendo!!

Las nubes terminan por ganarle la batalla al sol y el día se torna lluvioso para la tarde. Pensamos que sería un nuevo chaparrón vespertino, pero no, lloverá hasta el día siguiente.

Buscamos la frondosidad de un bosque para resguardarnos, encendemos fuego, nos sentamos sobre un tronco y secamos nuestras ropas.Son las 20:30 y estamos justo en la frontera con el Yukon.

Una mamá alce cruza el río con sus dos crías frente a nosotros.

Una mamá alce cruza el río con sus dos crías frente a nosotros.

Los arboles son nuestro abrigo para la lluvia, el fuego calor para secar nuestros huesos y los ríos y lagos la despensa donde pescamos la cena. Nuestro instinto florece como el musgo de los bosques, con dirección al norte.

Los arboles son nuestro abrigo para la lluvia, el fuego calor para secar nuestros huesos y los ríos y lagos la despensa donde pescamos la cena. Nuestro instinto florece como el musgo de los bosques, con dirección al norte.

British Columbia. Tierras maravillosamente salvajes.

No voy a extenderme en la redacción de este post, son tantas las sensaciones y tan breve el tiempo del que dispongo que vamos a viajar a través de las fotografías.

Me encuentro sentado al calor de cuatro paredes que me resguardan del viento que con su fuerza hace crujir los arboles afuera.

El dueño, asombrado con nuestro viaje, nos cedió a un precio simbólico una de las habitaciones de su motel tras haberse asegurado que habíamos llenado nuestros estómagos con una buena hamburguesa. Llegamos hasta aquí tras 8 días sin parar de pedalear entre valles de tupidos bosques donde habitan más osos que personas. También lobos. Un encuentro con la vida salvaje que me desnuda frente a la naturaleza más absoluta.

Convertimos este camping de la ciudad de Terrace en nuestro hogar durante tres días en los que aprovechamos para editar videos, escribir, descansar, lavar la ropa, comer pancakes... La siguiente parada en nuestro camino esta a 468 km. donde me encuentro ahora.

Convertimos este camping de la ciudad de Terrace en nuestro hogar durante tres días en los que aprovechamos para editar videos, escribir, descansar, lavar la ropa, comer pancakes…
La siguiente parada en nuestro camino esta a 468 km. donde me encuentro ahora.

El paisaje se torna por completo, y es que atravesamos los restos de lava que en los años 70´hizo explosión en estos valles.

El paisaje se torna por completo, y es que atravesamos los restos de lava que en los años 70´hizo explosión en estos valles.

Hacemos fuego alli donde nos instalamos, y es que es la mejor forma de evitar ser comido por los mosquitos, y de ahuyentar a los animales!

Hacemos fuego alli donde nos instalamos, y es que es la mejor forma de evitar ser comido por los mosquitos, y de ahuyentar a los animales!

Sentados frente al fuego miramos el Lava Lake mientras las voces de los nativos Nisga´a se elevaban desde el bosque.

Sentados frente al fuego miramos el Lava Lake mientras las voces de los nativos Nisga´a se elevaban desde el bosque.

Alaska está cerca, muy cerca. Pedaleo entre osos negros y lobos salvajes por valles infinitos que parecen no acabar nunca. A veces llueve, pero cuando estas mojado no sientes la lluvia. Lava Lake. British Columbia.

Alaska está cerca, muy cerca. Pedaleo entre osos negros y lobos salvajes por valles infinitos que parecen no acabar nunca. A veces llueve, pero cuando estas mojado no sientes la lluvia. Lava Lake. British Columbia.

Aiiii mi querida Tatacoa que tan suave me llevas por el mundo sentado sobre tu lomo.

Aiiii mi querida Tatacoa que tan suave me llevas por el mundo sentado sobre tu lomo.

Huellas de Osos, muchas huellas de osos y cacas nos recuerdan que aqui no mandamos nosotros.

Huellas de Osos, muchas huellas de osos y cacas nos recuerdan que aqui no mandamos nosotros.

Montar el campamento con esta luz es un auténtico regalo.

Montar el campamento con esta luz es un auténtico regalo.

Llegamos a un campamento de leñadores en busca de comida. No hay nada más que polvo por sus calles y viejas máquinas aparcadas. Cuando nos ibamos desilusionados hacia la carretera nuevamente un último intento de descubrir a alguien nos llevó hasta Ron, una de las 4 personas que lo habitan. Justamente era su cumpleaños eses día y con el estómago lleno de costillas, pollo, ensaladas, chocolate, y cerveza dormimos esa noche sobre una cama.

Llegamos a un campamento de leñadores en busca de comida. No hay nada más que polvo por sus calles y viejas máquinas aparcadas. Cuando nos ibamos desilusionados hacia la carretera nuevamente un último intento de descubrir a alguien nos llevó hasta Ron, una de las 4 personas que lo habitan. Justamente era su cumpleaños eses día y con el estómago lleno de costillas, pollo, ensaladas, chocolate, y cerveza dormimos esa noche sobre una cama.

Ron y Emilie quieren enseñarnos el valle desde lo alto antes del atardecer. Por ahí abajo venimos pedaleando!

Ron y Emilie quieren enseñarnos el valle desde lo alto antes del atardecer. Por ahí abajo venimos pedaleando!

Ese valle que surca las montañas tras el lago lleva directamente a la frontera de Alaska... pero aun no es el momento de cruzarla, debemos de explorar mucho todavía por estas tierras.

Ese valle que surca las montañas tras el lago lleva directamente a la frontera de Alaska… pero aun no es el momento de cruzarla, debemos de explorar mucho todavía por estas tierras.

Pedaleamos por el paraiso.

Pedaleamos por el paraiso.

Han sido muchos los osos que hemos visto en el camino pero pocos los fotografiados. Hemos de tener cuidado de no acercarnos mucho y cuando de pronto los sorprendemos al borde de la carretera comiendo a menos de tres metros de nosotros no debemos por ningún motivo. Pero este estaba lejos, y para alcanzarnos tenia cuesta arriba asi que paramos a disfrutar de sus pausados movimientos.

Han sido muchos los osos que hemos visto en el camino pero pocos los fotografiados. Hemos de tener cuidado de no acercarnos mucho y cuando de pronto los sorprendemos al borde de la carretera comiendo a menos de tres metros de nosotros no debemos parar por ningún motivo. Pero este estaba lejos, y para alcanzarnos tenia cuesta arriba asi que paramos a disfrutar de sus pausados movimientos.

Sol y lluvia, juntas, porque aquí convive toda la naturaleza al mismo tiempo.

Sol y lluvia, juntas, porque aquí convive toda la naturaleza al mismo tiempo.

En buen camino. British Columbia.

Llegar a una ciudad me descoloca, suele ser difícil entrar, moverte por sus calles un caos y la multitud se mueve a un ritmo que para mi no es familiar en absoluto. Existen reglas no escritas que todos, menos los foráneos con el pelo revuelto y la cara curtida por el paso de los días, conocen. Nos adentramos tímidos, con los ojos bien abiertos para tratar de no romper la cadena que engrana la fluidez de una ciudad. Pero hoy estamos de suerte, entrar en la capital de Canadá es un agradable paseo entre ciclo vías perfectamente señalizadas y comunicadas entre sí. Además, gracias a las redes sociales hemos conseguido un rumbo fijo, vamos a la casa de Oswaldo donde nos recibirá con su pareja Raquel y su agradable compañero Edwin.

Oswaldo dejo Mexico DF para vivir en Vancouver hace muchos años. Hoy nos abre las puertas de su casa.

Oswaldo dejo Mexico DF para vivir en Vancouver hace muchos años. Hoy nos abre las puertas de su casa.

Aprovechamos estos días para poner a punto nuestras bicicletas antes de dejar atrás las comodidades de las urbes y adentrarnos en los territorios más salvajes de Canadá. Cruzamos el estrecho de Georgia hacia el oeste para alcanzar, en menos de dos horas de navegación, la ciudad de Nanaimo. Nos encontramos en una inmensa isla con una extensión de norte a sur de más de 300km, repletos de bosques, ríos y montañas que alcanzan los 2.195 metros de altura. Es una de las mayores reservas de osos negros salvajes que existen.

Nos acercamos a lo salvaje pedaleando por la isla de Vancouver

Nos acercamos a lo salvaje pedaleando por la isla de Vancouver

Caminamos por caminos que se desvían de la carretera entre bosques.

Caminamos por caminos que se desvían de la carretera entre bosques.

Ron y Georgia nos ven delante de su casa tomando cafe y salen a compartir con nosotros. Unos minutos después estamos en su casa.

Ron y Georgia nos ven delante de su casa tomando cafe y salen a compartir con nosotros. Unos minutos después estamos en su casa.

Salimos a recoger unos espárragos trigueros que crecen en el campo cercano a casa de Ron.

Salimos a recoger unos espárragos trigueros que crecen en el campo cercano a casa de Ron.

Remamos al atardecer, por aguas Pacíficas, con los kayak de Ron y Georgia.

Salimos a remar al atardecer con los kayak de Ron y Georgia.

Según nos acercamos hacia la parte más septentrional del islote la naturaleza comienza a dominar los paisajes. Contrariamente evitamos el silencio.

Silbamos, hablamos alto, cantamos, damos palmas… sabemos que es la única forma de establecer una buena relación con los osos, yo te aviso tu te alejas, ese es el pacto. Asi que cuando sentimos que el silencio del bosque nos rodea comenzamos a cantar la primera canción que se nos viene a la cabeza… aunque sea un villancico.

Hemos terminado de montar nuestra casa de tela cerca de un pequeño rio y recogiendo un poco de leña seca hacemos un fuego lo suficientemente grande como para calentarnos. Paseamos por el río, por los bosques de alrededor, y de repente, sobre una pequeña playa formada en una curva del río, vemos una inmensa huella de oso. Seguramente pertenece a algún ejemplar de tamaño normal, pero a mi me parece enorme, hundida en la arena, perfectamente dibujada la almohadilla y las zarpas.

Nos introducimos desnudos en el rio un instante antes de que el sol se pierda tras los abetos, y vestidos con ropa seca cocinamos una copiosa cena al arrimo del fuego.

Este camino nos lleva a un buen lugar para dormir.

Este camino nos lleva a un buen lugar para dormir.

Buscamos osos todo el rato, y hacemos ruido para espantarlos tambien... que contradición.

Buscamos osos todo el rato, y hacemos ruido para espantarlos tambien… que contradición.

Danny tiene 20 años y viaja en solitario por su país , Canada. Sueña con viajar a muchos sitios, y una noche junto al fuego con ella nos enseña muchas cosas. Su bici es la gemela pequeña de Tatacoa!

Danny tiene 20 años y viaja en solitario por su país , Canada. Sueña con viajar a muchos sitios, y una noche junto al fuego con ella nos enseña muchas cosas. Su bici es la gemela pequeña de Tatacoa!

 

Hemos llegado a Port Hardy un miércoles a medio día. Sabemos que el ferry no sale hasta el sábado pero queríamos llegar antes y probar conseguir otro tipo de barco que nos ahorrara tener que viajar con el resto de turistas en la gran nave de hierro.

El puerto no es lo que esperábamos en un principio cuando soñamos en conocer a alguna pareja viajera que navegara a bordo de un maravilloso velero con rumbo norte. A cambio, un montón de viejos barcos pesqueros invadían el puerto con oxidadas cubiertas repletas de cuerdas y extraños aparatos.

Solo cuatro veleros vimos amarrados, solo uno con rumbo norte y nuestra oferta, o mas bien propuesta, fue rechazada acusando a su velero de pequeño para viajar con nuestras inseparables bicicletas a bordo.

 

Finalmente, resignados, nos dirigimos la mañana del Sábado hacia el puerto donde zarpa el ferry con rumbo a Prince Ruper.

Los ríos bajan enormes por el deshielo de la primera.

Los ríos bajan enormes por el deshielo de la primera.

Siempre encontramos un pequeño lugar para instalar nuestra casa.

Siempre encontramos un pequeño lugar para instalar nuestra casa.

 

Es un día completo de Navegación entre los canales que atraviesan salvajes islas repletas de árboles. En las cumbres más altas la nieve aun aguanta los soleados días de primavera. Una nueva etapa comienza en este trayecto, me enfrento al norte, a los poco habitados territorios donde un día miles de personas llegaron el busca del preciado oro

 

Viajar significa trasladarse, moverse de un lugar a otro, pero eso lo dice un diccionario. Hay otro significado para los que alguna vez en su vida han sentido la esencia de viajar. Un tiempo de exploración para cada uno que te lleva a lo más profundo de tu ser. Un recorrido por lugares remotos para encontrar la esencia que nos hace ser. Nuestros receptores emocionales se sensibilizan y viajan a su propio ritmo. Los paisajes son la escusa para la meditación individual, las personas del camino parte del proceso. Solo cuando has viajado comprendes que viajar no es ni mucho menos moverse por el mapa, deberíamos encontrar un término más acorde, más concreto para comprender que esa palabra con un abanico tan grande de significados nos molesta a los adictos de la experiencia cuando es pronunciada en vano.

 

Este ferry tiene diversos tipos de viajeros. Se los distingue por la mirada, por la forma de dar los buenos días, porque los ves sobre todo en la parte alta de la embarcación. Donde el aire corre libre con aromas a bosque y mar, donde el sol calienta las caras de los que cerramos los ojos para multiplicar la sensibilidad de los cuatro sentidos restantes. El paisaje es bastante parecido a lo largo del recorrido pero aun así lo oteamos con ansias de percibir el más mínimo cambio a nuestro alrededor.

En cambio en otros rostros ves la espera en el proceso de llegar al punto B, matando el tiempo con películas o durmiendo el máximo de horas posible para hacer del trayecto algo más corto. De A a B es un punto de transición, sin más importancia que la rapidez en el desarrollo. Yo sueño con caminar por cada una de las islas que vamos dejando atrás.

–Aquí pondría una cabaña, parece un buen lugar- me digo observando un valle que surca con agua dulce las montañas arboladas.

Tengo la sensación de ser otra persona ahora, no mejor ni peor, simplemente más yo. He superado diferentes etapas durante el recorrido, y dentro de lo que podría llamarse “el gran viaje” he tenido diversos viajes a lo largo de estos dos años y tres meses recorriendo el continente americano. ¿Por qué? No lo sé, quizá la mejor respuesta sea decir simplemente, ¿por qué no?

Mucho antes de visitar este país cerraba los ojos y veía esto.

Mucho antes de visitar este país cerraba los ojos y veía esto.

Abro los ojos antes del amanecer, salgo de la carpa y veo el lago como un plato y las montañas... las montañas son siempre preciosas.

Abro los ojos antes del amanecer, salgo de la carpa y veo el lago como un plato y las montañas… las montañas son siempre preciosas.

Dulce sabor de boca. Washington.

La facilidad de empaquetar a los habitantes de una región o país en base a conceptos completamente superficiales, es una ingenuidad que nos hace experimentar la auténtica magia de viajar. Romper la barrera de mis propios prejuicios parece ser más largo camino que un simple recorrido en bicicleta.

La lluvia sigue presente, insistente y continua. La carpa no tiene tiempo de secarse, los sacos de dormir tampoco y la reserva de ropa seca amenaza con acabarse. Cuando nos despertamos preparamos café, y bajo el ruido de la lluvia cayendo sobre la carpa dejamos pasar la mañana con la esperanza de ver salir el sol por tan solo unos instantes. A veces, tomamos la decisión de seguir nuestro camino y dentro de una improvisada rutina que poco a poco hemos ido adquiriendo nos vestimos con las húmedas ropas del día anterior. Empaquetamos nuestras cosas mojadas en bolsas impermeables que contrariamente a su función original, evita que se moje el resto de pertenencias que llevamos en nuestras alforjas.

Cubrimos nuestros pies con bolsas de plástico nuevas y con la cabeza gacha damos nuestras primeras pedaladas del día hacia el norte. Cuando llueve es mas fácil subir que bajar, por una sencilla razón, y es que cuando lentamente ascendemos por una montaña la lluvia cae sobre nosotros a su propio ritmo, y en cambio cuando bajamos a la velocidad que el peso de nuestras bicicletas alcanza durante el descenso, es nuestro cuerpo el que se lanza contra la lluvia mojándonos la cara y escurriendo las gotas por dentro de nuestro empapado abrigo GoreTex. Al final los pies, cubiertos con una bolsa de supermercado, son los más calientes al terminar el día.

La costa pacífica esta llena de leones marinos, y casi siempre se juntan en grandes grupos a descansar.

La costa pacífica esta llena de leones marinos, y casi siempre se juntan en grandes grupos a descansar.

Hoy ha salido un poco el sol al final del dia por lo que llenamos nuestras bolsas de agua y aprovechamos para ducharnos.

Hoy ha salido un poco el sol al final del dia por lo que llenamos nuestras bolsas de agua y aprovechamos para ducharnos.

Este, sin duda, es el mejor momento del día.

Este, sin duda, es el mejor momento del día.

Hoy a salido el sol entre las nubes justo antes de esconderse tras el horizonte cuando atravesábamos una pequeña población de casas bajas al estilo del más puro oeste americano. Paramos nuestras bicicletas frente a un motel y como acompañando los rayos de sol que aun alcanzaban a calentar nuestras cansadas caras, apareció Maureen. Compartimos algunas palabras con ella antes de que nos invitara a disfrutar de su pequeño paraíso para viajeros.

Es un motel, o eso es lo que puede parecer a simple vista. Las habitaciones limpias y ordenadas como si de su propia casa se tratara, equipadas con cocina, lavadora, secadora, un pequeño salón, un dormitorio… en definitiva es un acogedor apartamento que Maureen atiende con absoluta pasión y sin más secreto para conseguir hacerlo bien que el amor.

Maureen es una de esas bellas personas que hace las cosas con amor. Sea Haven Motel.

Maureen es una de esas bellas personas que hace las cosas con amor. Sea Haven Motel.

Metemos todo en la lavadora, todo.

Cruzando sobre el río Columbia, en su desembocadura al océano Pacífico, alcanzo el último estado del país antes de cruzar la frontera con Canadá, Washington, un dulce sabor de boca para terminar esta etapa del viaje.

El sol nos acompaña tímido los próximos días, pero ya es tarde y el cuerpo nos pasa factura de tantas horas bajo la lluvia. Al llegar al pueblo de Chehalis necesitamos llamar al seguro para que Bea sea atendida por un médico, lleva varios días sufriendo una infección de orina que crece con el paso de las horas. Paramos en la puerta de una cadena de supermercados que sabemos ofrece wifi gratis y nos ponemos en contacto. Vamos a tener que estar un par de días en este pueblo para que Bea se pueda recuperar, hoy apenas puede moverse. Y antes de comenzar las preocupaciones para encontrar un lugar donde quedarnos aparece Dwaine frente a nosotros, sonriente, curioso por saber quienes somos, y con muchas ganas de poder ayudar. 15 minutos más tarde Bea está acostada sobre una cama y yo compartiendo unas cervezas en la cocina con Robert, su hijo Jeremy, y nuestro ángel del camino, Dwaine. Pasamos tres días con ellos, como en casa, y creerme si os digo, que nos costó mucho irnos de allí.

De izquierda a derecha. Robert, Dwaine y Jeremy.

De izquierda a derecha. Robert, Dwaine y Jeremy.

Son muchas las personas que se nos acercan en el camino para ofrecer una mano, más bien su casa, aunque a veces simplemente cualquier cosa que en ese instante este a su alcance. Nunca había sentido este recibimiento en ningún otro lugar, la gente nos para en la calle o se acercan si es que nos ven mirando el mapa, nos llegan a ofrecer en un mismo día tres casas diferentes! Tenemos que decir que no, aunque nos cuesta un montón hacerlo, pero si no aun seguiríamos en Washington!

Gary paro su coche en la carretera de camino a su trabajo para invitarnos a su casa. Hace unos años había hecho un tour con su familia, hijos incluidos, alrededor del mundo en bicicleta. Janice es su esposa.

Gary paro su coche en la carretera de camino a su trabajo para invitarnos a su casa. Hace unos años había hecho un tour con su familia, hijos incluidos, alrededor del mundo en bicicleta. Janice es su esposa.

Pero siempre hay personas con las que existe una especial conexión que no podemos dejar pasar, entonces nos dejamos llevar por la esencia de viajar, y el tiempo se detiene por unos días.

Encontramos a Gunnan parado en la carretera con un papel en la mano. – ¿tienes un minuto?- me dijo tímidamente. Por un momento pensé que podría ser un predicador o alguna cosa asi, ya que se acerco como para darme el papel… -Os he visto cuando estaba yendo a mi trabajo- comenzó diciendo… -y ahora que regreso dos horas mas tarde os veo aun en la carretera bajo la lluvia… ¿querríais venir con mi mujer a casa, dormir en una cama, ducharos y descansar un poco?- me pregunta mientras con la mano me enseña el mapa que el mismo había dibujado sobre un papel.

Gunnan trabaja en los tendidos electricos desde hace muchisimos años y me invita a acompañarlo para enseñarme como hace sonreir a la gente devolviéndoles la luz (palabras textuales de él)

Gunnan trabaja en los tendidos electricos desde hace muchisimos años y me invita a acompañarlo para enseñarme como hace sonreir a la gente devolviéndoles la luz (palabras textuales de él)

La entrada a la casa es difícil de transmitir… el sol caía sobre el océano pacífico asomando entre las nubes que habían dejado el suelo mojado unas horas atrás. Una entrada de gruesos troncos da paso al rancho de caballos en el que Gunnan y su mujer Julie viven.

–Mira Julie!, me encontré a estos chicos en la carretera y vienen a quedarse el fin de semana con nosotros!- le dice mientras se acerca a besarla. Julie se encuentra dando de comer a los caballos en este momento en el que Bea y Yo no miramos y decimos…

-¿el fin de semana? Pero si hoy es Jueves!-

-Bueno, no pretenderéis pedalear por esta carretera el fin de semana, se pone hasta arriba de coches, y aquí vais a estar mejor que en ningún sitio- dice Gunnan contundente.

Ya nos conocéis, no sabemos decir que no.

Julie ama los caballos, y dedica el 100% de su tiempo a cuidarlos.

Julie ama los caballos, y dedica el 100% de su tiempo a cuidarlos.

Julie enseña a Bea como amaestrar los caballos

Julie enseña a Bea como amaestrar los caballos

Bea disfruta ayudando a Julie en el cuidado de los caballos durante estos días.

Bea disfruta ayudando a Julie en el cuidado de los caballos durante estos días.

Titán es uno de los caballos que Julie trata con verdadero cariño.

Titán es uno de los caballos que Julie trata con verdadero cariño.

Simplemente nos sentimos familia por unos dias.

Simplemente nos sentimos familia por unos dias.

Oregón. El instinto del viajero.

Viajo despacio, sobre una bicicleta que avanza con el esfuerzo de mis piernas, y aun así, el tiempo pasa rápido, muy rápido.

He de volver atrás para corregir mis primeras impresiones sobre un país que poco a poco me muestra su cara más amable.

Ahora, sentado sobre una mullida alfombra blanca escucho las voces de mis anfitriones hablar con alegre entusiasmo. El fuego calienta la sala y el olor a café nos recuerda que seguimos desayunando a pesar de haber pasado el mediodía.

Dejamos atrás la soleada California portada de revistas y seguimos hacia el norte atravesando el estado de Oregon. Estamos en el mismo país, pero cambiar de estado es como cruzar una frontera y muchos elementos se tornan nuevos en nuestro camino.

Oregon es un estado volcado completamente en la vida al aire libre por lo que cientos de camping, senderos o áreas de picnic dominan las inmediaciones de nuestro camino al norte. Son una provocación que cuesta dejar pasar y bebemos más café del que acostumbramos sentados sobre una mesa de madera encarada hacia el infinito océano Pacífico. Los bosques son verdes, completamente verdes, los ríos transparentes y los pequeños pueblos que vamos atravesando en el camino respetan la estética del oeste que tiempo atrás conocí en las películas que veía con mi padre dormidos en el sofá después de comer.

Me despierto con el sonido de la lluvia sobre la carpa, abro la cremallera y asomo mi cabeza para echar un mirada afuera. Es un día maravilloso le digo a Bea.

Me despierto con el sonido de la lluvia sobre la carpa, abro la cremallera y asomo mi cabeza para echar un mirada afuera. Es un día maravilloso le digo a Bea.

El faro de Heceta esta ubicado en uno de los lugares más privilegiados de la costa de Oregon.

El faro de Heceta esta ubicado en uno de los lugares más privilegiados de la costa de Oregon.

Atravesamos los bosques de redwoods más altos del mundo. Mojados, muy mojados.

Atravesamos los bosques de redwoods más altos del mundo. Mojados, muy mojados.

Los camping de Oregon tienen unas localizaciones verdaderamente expectaculares.

Los camping de Oregon tienen unas localizaciones verdaderamente expectaculares.

Un día comenzó a llover, y no paró hasta dos semanas después.

En la puerta de un supermercado me refugio de la lluvia con las bicicletas apoyadas sobre la pared mientras Bea compra lo necesario para los próximos días de travesía. No es fácil cocinar cuando el agua te está mojando hasta los huesos y dentro de nuestra casa de tela es muy peligroso hacerlo, por lo que la comida para estos días tendrá que consistir en una dieta a base de sobres precocinados rápidos de calentar y mucho pan con queso, crema de cacahuete o cualquier cosa que se nos ocurra ponerle encima.

Veo salir a Bea cargada de bolsas en ambas manos y una inmensa sonrisa a la que parece no importarle la lluvia. Hasta aquí todo esta normal, nada se sale de lo cotidiano todavía.

– No sabes lo que me acaba de pasar- me dice.

Una señora se acerco para hablar con ella mientras estaba pagando en la caja, y tras una breve conversación de la que Bea tan solo captó algunas palabras la mujer le dio un papel con una dirección.

– Creo que nos ha invitado a su casa- me dice mostrándome el papel. –que hacemos, ¿vamos?-

Asi que hacia allí nos dirigimos sin saber muy bien porqué, y es que viajando lo más importante es el instinto y los ojos de aquella señora parecían estar llenos de bondad. No fue necesario comprender sus palabras para saber que al llegar seríamos recibidos con un gran abrazo, una chimenea encendida y una cena caliente que aun puedo saborear.

Su historia es fascinante, su mirada brillante y sus palabras suaves. Dawn es ya parte de este viaje.

Su historia es fascinante, su mirada brillante y sus palabras suaves. Dawn es ya parte de este viaje.

George ha significado mucho para nosotros en tan solo dos días. es, simplemente, un hombre feliz.

George, el marido de Dawn, ha significado mucho para nosotros en tan solo dos días. es, simplemente, un hombre feliz.

Una gran ventana en el salón deja ver el lago que frente a la casa se alborota con la lluvia. Los patos vuelan al ras de la superficie y una nutria asoma la cabeza para conocer los nuevos visitantes. Mientras, nosotros nos sentamos a compartir historias, al calor del fuego, con los pies descalzos tapados por un cojín.

Dawn y George se convierten en nuestra familia por un fin de semana. Al día siguiente amanece un sol inmensamente redondo que colorea los paisajes aun húmedos de la noche anterior. No nos dejan irnos, quieren que nos quedemos un día más, y nosotros no sabemos decir que no.

–Ir a explorar y venir cuando queráis- nos dice George mientras ponemos la canoa en el agua. Explorar… que bonita palabra.

Es la primera vez que sentimos ser parte de la familia en este inmenso país. Mientras Bea y Dawn se dedican a plantar nuevas especies en el jardín yo voy ayudando a podar y quitar los tojos que han comenzado a invadir la ladera norte. El día pasa volando y cuando abrimos los ojos de nuevo ya es Lunes.

Estamos listos para salir a explorar el lago.

Estamos listos para salir a explorar el lago.

Dawn y Bea tienen una conexión muy especial, y solo se conocen desde hace algunas horas.

Dawn y Bea tienen una conexión muy especial, y solo se conocen desde hace algunas horas.

Nos despedimos ante al faro más occidental de América, el punto más al oeste de un continente inmenso que poco a poco voy descubriendo sobre mi bicicleta. Venteando con mi nariz al viento para llenarme de los olores que solo viajando puedo guardar en el frasco de la memoria. Avanzando con un rumbo, pero sin más destino que el propio mundo en el que ya me encuentro.

George nos quiere mostrar el faro más occidental de América antes de seguir nuestro camino. Cape Blanco.

George nos quiere mostrar el faro más occidental de América antes de seguir nuestro camino. Cape Blanco.