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Rumbo al sur. Primer contacto con la Ruta 40.
Me encuentro en Bariloche. Fundado en 1902 como proyecto turístico a orillas del lago Nahuel Huapi. Hoy en día convertido casi en un Torremolinos de la montaña patagónica, pero con una esencia especial que no puede pasarse por alto.
Salí feliz de Mendoza con todas las expectativas puestas en todo lo que estaba por llegar, y desde luego que no sabía todo lo que me iba a tocar vivir… La salida de la ciudad es realmente agradable, bajo los arboles de la calle San martín atravieso Luján entre bodegas de vinos. Una ciclovía acompaña todo el llevadero trayecto durante unos 25 km, hasta que de pronto no tienes más remedio que unirte a la carretera general, la Ruta 40, que en este tramo es una carretera con una fluidez de tráfico inmensa.
Todo lo que hay a partir de aqui es prácticamente nada, una carretera en línea recta por donde los camiones se dirigen al sur en masa, y a uno no le queda otra que acompañarles por el arcén, cuando lo hay, otras por la carretera vieja, cuando existe, y otras por la carretera nueva recién asfaltada que están haciendo al lado de la actual, esta sin duda dentro de las opciones es la mejor de todas.
El sol ha sido abrasador en estos primeros kilómetros, hasta el punto de ponerme al limite de mis fuerzas y energías para continuar, ya que no existe un árbol con sombra donde descansar, por lo que las jornadas se alargan hasta más de lo que uno quisiera, ya que mejor que parado bajo el sol, uno esta con un poco de aire en la cara pedaleando…
A unos 120km al sur ya en mi segundo dia de pedaleo desde la ciudad de Mendoza me crucé en el camino con otro cicloviajero como yo… bueno en realidad solo nos parecíamos en la bicicleta cargada de cosas porque el llevaba más de tres años pedaleando por el mundo! David Barreiro había salido de Barcelona en el año 2000 hacia el este recorriendo miles de kilómetros y experiencias hasta llegar a Argentina, en Julio regresaba a casa desde Venezuela. Conversamos un rato en el arcén de la carretera y luego nos dimos la espalda continuando cada uno nuestro camino.
Continué pedaleando entre las sombras de los chopos que rodeaban esta parte del camino, y pensando en todo lo que David me había dicho, grandes consejos para un viaje en bicicleta en tan solo 10 min.

10 minutos parado en la carretera y estos son los coches que pasaron. Es increible pedalear por carreteras asi.
Una de las cosas que me dijo fue… «no se te ocurra seguir por la parte de la ruta 40 de más adelante sin asfaltar, vete por la asfaltada hasta San Rafael, alli podrás visitar este lugar…» ¿y que hice yo cuando me encontré en la bifurcación de camino? Pues lógico, meterme por la no asfaltada! Asi que empecé a pedalear por lo que parecía una carretera mucho más tranquila debido a que al ser de tierra no pasaba nadie y yo iba solo feliz, con mucho calor, y polvo levantado por el aire, pero contento. Aquí sufri mi primer pinchazo en los 600km que llevaba pedaleando desde Santiago, en el peor sitio que podía pasarme. Quita alforjas, desmonta rueda, cambia cámara, pasa un camión, ola de polvo, monta rueda, monta alforjas y continuo pedaleando.

Un pinchazo nunca es bienvenido, pero más aun cuando el primero te toca en un lugar como este. Tramo de la Ruta 40 sin asfaltar entre Pareditas y el Sosneado
Un cartel me dice que hay 76 km hasta el embalse Agua del Toro, imagino que será un pueblo. 140km hasta volver a la carretera asfaltada y 160km hasta el siguiente pueblo. Yo optimista dije…va, 76km los hago fácil, solo llevaba 25 a mis espaldas ese dia y apenas 1 hora 40 pedaleando.
Una manera breve de resumir este periplo que estaba a punto de vivir sería decir que conocí lo que es la Ruta 40 en esencia y sobre todo, la Pampa Argentina.
El camino se empezó a poner cuesta arriba, el viento comenzó a soplar en mi contra, lo que provocaba además de no poder avanzar comer polvo a puñados, el camino a ratos era de arena suelta, a ratos de Calamina (o serruchito le dicen aquí, esos baches continuos a modo de tabla de lavar) y a muchos ratos ambas cosas a la vez. Mi media era de 5km por hora. Eso cuando no tenia que empujar la bicicleta a mano entre la arena. Las ruedas se enterraban y era imposible de mover. El sol estaba en su máximo apogeo y el paisaje que me rodeaba era arena y arbustos, es decir no había sombra en ningún lado. Todas mis expectativas giraban en torno al siguiente cambio rasante, en el que imaginaba que al llegar a lo alto vería el embalse al otro lado o el camino mejoraría o de repente habría un quiosco lleno de bebidas frías… pero no, al llegar al siguiente alto lo único que se veía eran otros 5 o 10 kilómetros de horizonte entre pampa.

Siempre se veía lo mismo al llegar a un alto, más y más kilómetros de infinito camino hacia un próximo horizonte.
Al final fueron 1000 metros de desnivel superado, 4,5 litros de agua bebidos, un pinchazo, muchos momentos de creer que veía un coche, mirar atrás y no ver nada más que nada…esto se convirtió en un tic continuo, no se donde escuchaba el ruido que me hacia creer que venia un coche pero creía firmemente que esta vez si que venia uno, y luego otra vez, y asi un monton de veces. Cuando paraba a descansar, o a beber (ya que en marcha era imposible poder coger la botella y seguir andando por la arena y lo baches) observaba el paisaje y me sentia feliz, después me preguntaba como habia llegado hasta alli, hasta la nada misma y con un vuelco optimista volvia a montarme en la bicicleta para seguir mi travesía. vuelvo a mirar hacia atrás a modo de tic, pero esta vez hay algo al fondo, vuelvo a mirar y me desequilibro. Con los pies en el suelo me doy cuenta que son dos luces delante de una nube de polvo que se dirigen hacia mi desde el horizonte ya pasado. Sonrio. Lo paro. Son tres trabajadores en una pick up que se dirigen a 15 km desde donde estoy para realizar unos trabajos. Se apiadan de mi y me llevan el la parte trasera de la camioneta junto con la bici. esos 15km los recorro en tan solo 15-20 min, lo que a mi me hubiera llevado 3 horas avanzar…que increible. Me bajo en miad de la nada, ellos se desvían por una huella en mitad de la pampa. Sigo avanzando.
Cuando ya estaba buscando a cada rato un sitio para dormir y sentirme asi más tranquilo pensando que con pasar la noche todo estaba solucionado veo al fondo gente. Con coches. Son muchos. ¿qué es eso? Un grupo de jeeperos con coches de los años 50 y 60 que estaban de excursión. Me dieron de beber Fernet con Cocacola, de comer queso y salchichón y nos sacamos fotos todos juntos. A partir de este momento todo cambió, solo me quedaban 7 km y eran en bajada.

Este grupo de jeeperos de coches antiguos me dio la alegria de haber recorrido todos estos kilómetros.
Cuando llegue al embalse Agua del Toro lo que me encuentro es un pueblo abandonado. En su dia eran las viviendas de los que construyeron la presa… no me lo puedo creer, aquí no hay nada tampoco! Veo un cartel que pone policía, asi que hacia allí me dirijo. ¿Hola? Sale un policía bien regordote que feliz de tener visita me ofrece ducha y cama, y para colmo me dice que un vecino nos había invitado a un asado esa noche! ¿un vecino? Si, un chico que el padre tiene una casa en propiedad y fue con su novia neoyorkina y dos amigos a pasar la noche. Asi que ahí termino mi día, comiendo un asado increíble Argentino con carne, pollo, verduras, patatas rellenas, ensaladas y mucha cerveza helada! No me lo podía creer… son estos momentos de magia los que alimentan las ganas de seguir adelante, descubriendo grandes lugares del planeta que tenemos tan al alcance por explorar, y sobre todo, a grandes personas que sin más motivo que el momento presente, te ofrecen la mayor de las sonrisas y un pellizco de felicidad.
Al día siguiente Sergio, el policía, me acerco los 65 km de tierra y camino en mal estado para ir a San Rafael, una ciudad grande que me permitiría coger un autobús hacia el sur y asi quitarme toda la parte de pampa que me esperaba durante 700km más sin pueblos de por medio. El invierno se me está echando encima para llegar a la patagonia.
Asi llegué a las 7:30 am tras una noche de autobús a Neuquén, capital de provincia del mismo nombre.
Más pampa y mucho más sol. 4 pinchazos el mismo dia (debido a que en esta zona hay una planta que se llama roseta y que tiene unos pinchos mortales parta mis ruedas) y tras 80 km de rectas y cuestas interminables llegué al embalse del Chocón. Saltando desde las rocas de la orilla me di un baño que creo jamás olvidaré. Visite el museo donde se encuentran los huesos del dinosaurio real mas grande del mundo, el gigantosaurios, que esta casi completo, mide 40 metros de largo y 18 de alto! Y como le había cogido el tranquillo y no quería pagar camping, pues le pregunte a la policía donde podía dormir ya que había carteles de prohibido acampar por todos lados, y me dijeron, pues pon la carpa aquí si quieres, asi que otra noche con la policía. Sin ducha ni cena de su parte, pero bueno ya me había bañado en el embalse y la cena la tenia yo.

Parece que el tiempo se congeló aqui en las carreteras Argentinas, y de pronto me veo con mis padres viajando a galicia en pleno mes de Julio.

El embalse Ezequiel Ramos Mejía me recibió con sus aguas frías y la alegría de los niños que disfrutaban de un día de verano.
Las distancias aquí son enormes entre los pueblos asi que el día siguiente, como el camino era llano y no había viento, me hice 145km. Acabe muerto y durmiendo a un lado de la carretera detrás de unos arbustos, solo me quedaban 17km para el siguiente pueblo pero mis piernas no querían pedalear más…asi que al día siguiente pasé por Piedra del Águila, un pueblo maravilloso en donde pude comprar comida y rellenar el agua, además de poner a punto mi bicicleta ya que estaba teniendo algunos desajustes con los cambios, y continué camino al sur con la esperanza de avazar lo máximo posible, ya que el siguiente pueblo era Bariloche a 190km y no tenia agua y comida para estar muchos dias a la intemperie.
No sabia que un infierno de subidas y bajadas me esperaba. El del almacén me dijo que no era nada, todo llano. Saliendo del pueblo a unos 15 km iba subiendo una cuesta y una furgoneta de trabajadores con remolque se para, da la vuelta y me dicen, ¿quieres que te ahorremos 50 km de subida que te quedan por delante? Y digo no, quiero hacerlo…y al segundo digo..50km de subida?? No no espera!! Acepto!! Asi que ahí va mi bici al remolque y yo me subo con ellos en la parte de adelante. Que forma más diferente de ver la carretera y las distancias…en 30 minutos habiamos avanzado 55km de eternas subidas entre más pampa argentina. Me dejan en mitad de la nada, ellos se dedican a la limpieza de terrenos contamindos, sobre todo por accidentes de camiones que transportan mercancia peligrosas.
Desde donde me dejaron aun hice 90km más de subidas infernales y bajadas donde tenia que pedalear para poder avanzar. El viento aquí no es una broma, son bofetadas en la cara que te hacen poner los pies en el suelo para no caerte, y cuando es algo continuo durante 60km acabas mas que arto…. Los últimos 10 km se le sumo la lluvia a ese viento por lo que el coctel fue magnifico.
El paisaje poco a poco se fue tornando montañoso, atravesando primero pequeñasmontañas y bosques de pinos para ir adentrándose en valles de inmensas montañas y ríos. Conseguí llegar a Confluencia, una estación de servicio justo en el cambio de provincia a Rio Negro. Mojado y agotado por los últimos terroríficos kilómetros que me habian tocado pedalear llego con los últimos minutos de luz a un pinar frente a la estación de servicio donde monto mi tienda de campaña y me cobijo dentro a pasar la tormenta que revolvió con todas sus fuerzas poniendo a prueba su estabilidad. Dormi como un bebé.

Después de la tormenta en mi noche en Confluencia la mañana con fuego se presenta con mejores intenciones.

Gaucho de descendencia Vasca que me acompañó buena parte del camino del camino a Bariloche, hasta que llegamos a su casa y alli nos despedimos.
Parece que todo lo que cuento son penurias pero no, siempre que se lucha tanto por llegar a un lugar cualquier pequeño detalle te hace levantar la máxima sonrisa. El otro dia iba por la carretera pedaleando y un hombre que vendia tortas fritas me dijo «toma para el camino» o la gente que se para a conversar contigo, como un señor en una gasolinera que conducía una moto de los 60, me decía que él había hecho lo mismo antes pero que ya no podía, y me miraba la bici de arriba abajo y se ponía nervioso…me deseo buen viaje mil veces. Es la base de la felicidad, las pequeñas cosas de la vida, que solo cuando estas en las situaciones más adversas afloran en todos los rincones del camino, y cuando en nuestro día a día tan solo miramos al frente para dar el siguiente paso, olvidamos que para ser feliz hace falta mucho menos de lo que podemos imaginar.
From → Argentina, Diarios fotográficos
Genio! gracias por el empujon!, en unas semanas salgo en bici, y un tramo va aser Piedra del Aguila a Confluencia.
Mucha suerte Pablo!!!
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